El caso de Spec Ops: The Line (Yager Development, 2012) es uno especialmente curioso. Como la mayoría de vosotros ya sabréis, porque el juego es del año pasado y hoy en día eso es poco menos que retro, se trata de un juego de disparos en tercera persona ambientado en el desierto de Dubai, que ofrece «algo especial». Ese «algo especial», del que a lo mejor habéis oído hablar y a lo mejor no, es lo que ha conseguido que un servidor, al que los juegos de apretar mucho el gatillo por norma general le aburren bastante, lo termine de principio a fin en algo más de dos tardes. Y es un «algo especial», como decía, curioso. Curioso porque aborda un tema apasionante que es deliberadamente obviado en la práctica totalidad de videojuegos de acción que salen al mercado, desde una perspectiva que quizás no es la más apropiada. O lo que es lo mismo, intenta hacer reflexionar al jugador sobre lo absurdo de matar miles de personitas humanas polígonadas a tiros… matando a miles de personitas humanas polígonos a tiros.
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