“…Aparecieron mientras dormías, eran figuras envueltas en bruma que nublaron tus pensamientos, haciendo que se confundieran la consciencia y el sueño. No hay malicia ni odio, ni siquiera la mención de una vieja deuda. Sólo una rápida captura y la promesa de aciagos sucesos por venir.”
Un año después del rotundo éxito de Baldur’s Gate, llegó Planescape – Torment, que a pesar de no compartir ni siquiera el mismo mundo, siguió una clara línea continuista en lo que a tratamiento de la historia se refiere. De hecho con Planescape fueron un poco más allá, pero eso es una historia diferente que espero contar en otra ocasión. El caso es que, al cabo de unos pocos meses, los chicos de Black Isle se sacaron de la manga Icewind Dale, una aventura ambientada en los Reinos Olvidados que recordaba sospechosamente a los clásicos del rol para compatibles. Y es que en esta ocasión, el argumento del juego se convertía en una mera excusa para recorrer paramos helados y mazmorras traicioneras, al tiempo que matábamos y saqueábamos todo lo matable y saqueable. El juego gustó, menos que sus antecesores, pero gustó. Y en esas, como quien no quiere la cosa y con un intervalo de poco más de tres meses, llegó Baldur’s Gate 2. Black Isle y Bioware se las habían apañado para sacar tres juegazos, dos de ellos de culto, en un año. Los roleros nos regocijábamos ante nuestros ordenadores. El mundo de los videojuegos en general estaba de enhorabuena. Sin duda eran tiempos felices.
El primer Baldur’s Gate terminaba con el cuerpo inerte de Sarevok, el asesino de Gorion, tendido ante tus pies. A esta sangrienta conclusión se podía llegar teniendo en tu grupo a cualquiera de los más de veinte personajes jugables que ofrecía el juego, fueran estos buenos o malos. Incluso podías hacerlo todo tú sólo si tenías huevos suficientes (yo lo hice, ¡JA!). Por desgracia Baldur’s Gate 2 no tenía en cuenta estos pequeños detalles, en su lugar, asumía que nos habíamos pasado el juego con un grupo integrado por Imoen, Minsc, Dynaheir, Khalid y Jaheira, ya fuésemos legal bueno o caótico maligno. Si bien lo de Imoen es entendible (al fin y al cabo es tu amiga de la infancia y tal), eso de ser malvado y que nada más empezar te encasquetasen a un grupo de buenazos no molaba nada. Más aún cuando la solución hubiese estado en algo tan simple como hacer dos escenas iniciales: una con personajes buenos y otra con malos, aunque manteniendo a Imoen. Algo parecido a lo que podemos ver en “El templo del mal elemental”, donde dependiendo de nuestro alineamiento veremos una secuencia de entrada u otra. No obstante, a pesar de este revés para los amantes de los personajes malignos, Baldur’s Gate 2 tiene un inicio excelente. No tanto como el primer título de la saga, pero es que repetir algo así es sencillamente imposible.
Que al comienzo de Baldur’s Gate 2 se diese por sentado que durante nuestras aventuras anteriores nos habíamos rodeado de buena gente no es más que el principio. Desde ese momento y hasta el final de nuestro largo camino, sólo encontraremos tres personajes malignos que se quieran unir a nuestro grupo: Korgan, el indeseable guerrero enano; Viconia, la clériga drow; y Edwin, “the one man army”. Es decir, que si quieres pasarte el Baldur’s Gate 2 con un personaje maligno, prepárate para sufrir, porque sólo podréis ser cuatro (y encima Korgan es un paquete). Por suerte, este enorme defecto de base es fácilmente subsanable con algunos de los muchos mods que añaden PNJs, y de los cuales os hablaré en la próxima entrega. Así que estad atentos porque os daré una lista con los mejores. Porque si bien hay algunos que son un excelente añadido al juego, hay otros que es mejor evitar a toda costa.
Desventajas para grupos malignos aparte, lo cierto es que Baldur’s Gate 2 es un juego redondo. En este caso no lo es tanto por su argumento, que sigue siendo bastante bueno; como por la calidad de sus “sub-quests” y lo adictivo de sus apoteósicos combates. Y es que si bien en el primer Baldur’s apenas podíamos afrontar un combate digno contra dos osos, en esta segunda parte protagonizaremos encuentros espectaculares contra contempladores, vampiros, githyankis o dragones. Encuentros donde la estrategia y la planificación previa serán fundamentales y donde el más mínimo error de cálculo puede acabar con la muerte de nuestro protagonista. De hecho, lo más probable es que veamos la secuencia de muerte de personaje en muchas ocasiones, pero es lo que tiene estar todo el día matando, que algunas veces te matan. En lo que se refiere a las mencionadas “sub-quests”, sólo diré que algunas de ellas nos llevarán a tener nuestra propia fortaleza, otras nos darán una vuelta por los planos y otras más nos conducirán directamente a la guarida de un dragón. A esto hay que unir que la mayoría de ellas tienen muy buenas historias por si mismas y que algunas brindan momentos realmente épicos. Así que ya sabéis, saltarse las misiones secundarias no es una opción en Baldur’s Gate 2. Por lo menos no una opción muy inteligente…
Como ya he dicho antes, la historia de Baldur’s Gate 2 no es brillante, pero aún sigue siendo bastante buena. Por desgracia, Throne of Baal, su expansión, no puede decir lo mismo. De hecho, el argumento es tan malo, que considerarlo el cierre de la saga es hacerle un muy flaco favor. Y es que nuestro estúpido objetivo a lo largo de toda esta última expansión, es: matar, matar y matar; por ese orden. A esto hay que unir la serie de incongruencias que pueblan el juego y que seguro gustan a los más conformistas, pero que a mi me rechinan hasta el cabreo. Y es que ir a una taberna y encontrarse con un barman que vende armas+4 y pociones de curación máxima, rechina. De la misma forma que rechinan los guardias de ciudad de nivel 12, los estúpidos niveles épicos y el carente de carisma enemigo final. Por no hablar de las batallas en las que lo importante no es la estrategia, sino el número de pociones en el inventario. Podría seguir soltando pestes sobre un juego que no merece ser la conclusión a una saga tan grande, pero creo que lo mejor es evitarlo en la medida de lo posible. El juego, claro está.
Para terminar, os informo que la semana que viene vendrá el artículo sobre los diferentes mods de los que disponen ambos Baldur’s Gate. En mi opinión, va a ser el más interesante de los tres, pero bueno, yo soy un enamorado de los mods de videojuegos en general, así que mi opinión es un poco imparcial. En cualquier caso, estad atentos.
PD: Y sí, sé que no he hablado de Irénicus y Bodhi. Pero es que no quiero destripar nada relacionado con ellos a cualquier posible nuevo jugador de Baldur’s.
Porque es Korgan un paquete? Yo las veces que lo he llevado me ha gustado….