!Qué bonita era la inocencia¡, y que bonita era la época en la que, todavía sin internet en nuestros hogares, todos los juegos nos parecían buenos, o por lo menos aquellos que no nos quedaban otros cojones que jugar debido a la escasez de cartuchos. Antes del hype, las previews, reviews, re-reviews y sus madres, todo se resumía a disfrutar, por muy truñaco e infumable que fuese el juego. Soccer Boy, siguiendo la senda del mítico World Cup Italia 90, es uno de ellos. Un juego de fútbol malísimo para la Game Boy, pero que sin embargo tenía un encanto capaz de atrapar a cualquier infante de la época. Ni FIFA ni ostias.
Soccer Boy apareció en Japón en 1990 de la mano de CBS/Sony y Kitty Group, si, Sony, a ver si os pensáis que no había vida antes de la Play. Es un juego jodido de encontrar, aunque un año más tarde salió del país nipón con el nombre de Soccer Mania. Igualmente la información acerca del mismo en internet no es demasiada. Pero existe, Soccer Boy no es una leyenda urbana, y aunque no lo conozca ni Cristo, es un juego que merece la pena ser nombrado, tanto por la escasez de juegos de fútbol de la portátil de Nintendo como por lo malo, pero malo de cojones, que era.
Diseño del cartucho japonés
¿Qué cómo cojones lo conocí?. Canarias amigos míos es el paraíso, o por lo menos lo era en esa época, de la piratería. Todavía recuerdo aquellos maravillosos cartuchos que sobresalían por encima de la consola, dejando a la vista un espléndido 200 in 1 y cosas por el estilo. Bien, mas o menos así fue como conocí este truño. Se trataba de uno de aquellos bodrios piratas que incluían varios títulos en la memoria, con un botoncito amarillo por detrás que te permitía cambiar al siguiente juego. Sorpresa la mía cuando con aquella edad, vicioso de las consolas y del fútbol a partes iguales, me topé con Soccer Boy.
Pero vamos a dejar atrás la nostalgia y centrémonos en lo que estamos. Pese a que la competencia en la consola tampoco es que fuese brutal, Soccer Boy estaba concebido como un simple juego para entretener, directo y sin mariconadas. Desde la mítica pantalla de título podíamos ver unos diseños curiosos para la época, pero esto se esfumaba una vez empezaba el partido. Tenía modalidad para dos jugadores, pero jamás la probé debido a que nunca conocí a otro mortal que tuviera el juego.
Diseño del cartucho americano
Nosotros, por cojones y por mandato divino, teníamos que manejar a la selección de Japón. No existía la más remota posibilidad de seleccionar otro equipo. A continuación podíamos seleccionar el rival contra el que nos íbamos a medir. Sólo habían cinco, si, cinco. Cada uno de ellos con una dificultad diferente. Mas que dificultad se diferenciaban en la velocidad de los jugadores y en la prioridad que tenían para hacer placajes, pero eso es otro asunto. Los equipos por tanto eran: Japón, USA, Brazil, Inglaterra, Alemania y Francia. Debíamos vencerlos a todos para alzarnos como campeón de… no se de que la verdad. Cuando ganábamos a estos cinco equipos aparecía un equipo extra representado por una bandera pirata (mira tu que puta ironía) que era la ostia en vinagre, rapidísimos y jodidos de ganar, pero después de tardes y tardes de vicio creo que me podía pasar el juego con el prepucio.
Manejábamos, lógicamente, a nuestros jugadores con la cruceta. El botón A servía para pasar el balón, o por lo menos intentarlo y hacer entradas guarras a los contrarios. No existían faltas, y además era el medio más directo para robar la pelota, ya que de otra forma era casi imposible. El botón B servía para cambiar de jugador y tirar a puerta. Unas gotitas aparecían sobre el jugador controlado, que a medida que avanzara con el balón se iba cansando, hasta el punto de apenas poder avanzar, siendo fruto de los patadones contrarios. Esta supuesta vitalidad era vital, ya que a veces, si un jugador tenía más vitalidad que otro que iba agotado, simplemente con tocarlo lo derribábamos.
Sobra decir que la jugabilidad era de lo peor. Hacer pases era un calvario, y marcar goles era bastante rutinario, limitándonos a tirar desde los laterales de forma cruzada para que el portero nos ofreciese una bonita cantada. Nuestro portero era totalmente manual, lo controlábamos con la cruceta y nos lanzábamos con el botón B. Poco más que añadir en este aspecto, o te acostumbrabas a él o lo mandabas a la mierda. Como era el único juego de fútbol que tenía para la consola no me quedó otro remedio que jugarlo y rejugarlo hasta que fuí dando con el asunto.
Gráficamente no era nada destacable. Jugadores cabezudos rollo Miis, animaciones pobres salvo en las secuencias de goles y tal y una música rayante, repetitiva y que nunca variaba, aunque terminaba gustando a base de insistencia. Esto es lo que era Soccer Boy. ¿Por qué hacer un retroamor de un truño? Pues porque hay truños que se dejan querer ilustres amigos, y cuando eres pequeño es fácil enamorarse de truño-juegos, truño-dibujos animados, truño-grupos de música o truño-películas. Era una época sana, sin ochocientos blogs y páginas webs que te lavasen el cerebro para comprar determinado juego, y esto my friends es una gran parte del encanto de aquellos años. !A ver por aquel entonces quién te discutía que no era un juegazo!
Y a continuación os dejo un video hecho directamente por mí, con una banda sonora de lujo y el sello de aprobación final.
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