Análisis: Max & the Magic Marker

Escrito por en Análisis - 15 febrero, 2010

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Que los juegos de plataformas con vueltas de tuerca están de moda no es ningún secreto. Braid consiguió darle un nuevo matiz a un género estancado en los fontaneros bigotudos y personajes saltarines de dudoso carisma, y Little Big Plannet terminó de empujarlo por el tobogán de la innovación. Por el camino aparecieron títulos como Crayon Physics, Scribblenauts o Henry Hansworth, que no hicieron sino darle más lustre a esta segunda edad de oro del plataformas. Y en eso que llega Max & the Magic Marker y se me atraganta.


Y es que tras estos dos últimos años de plataformas brillantes: con auténticas revoluciones en materia jugable, con apartados artísticos que hicieron que más de un escéptico se plantease si los videojuegos eran o no un arte, con bandas sonoras que te invitaban a fallar los saltos una y otra vez, y en definitiva con nuevas y estupendas ideas; aparece Max & the Magic Marker, un plataformas continuista, poco agradable a la vista y directamente desagradable al oído, que pretende llevarse la misma gloria que sus progenitores. (Si mi profesora de lenguaje de bachillerato me ve hacer un párrafo sin puntos y seguidos le da un ataque al corazón)

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La jugabilidad en Max & the Magic Marker es engañosa. Al principio eso de dibujarnos escaleras para llegar a lugares altos nos parece la bomba. Pero a medida que vamos jugando y experimentando nos damos cuenta de que Max tiene serios problemas de control. Sus saltos son ligeramente ingrávidos, sus deslizamientos desconcertantes, y su tendencia a agarrarse a donde quiere preocupante. Si a eso añadimos que el Wiimote, en ocasiones, no es todo lo preciso que debería a la hora de pintar, podemos terminar con un cabreo de cojones en apenas una hora de juego. Claro que también puede que yo sea un paquete, pero este paquete se consiguió todas las estrellas de Braid, así que no.

Si el apartado jugable es engañoso, el técnico no se queda atrás. En los primeros compases de juego los gráficos nos resultan bonitos y la música simpática. Pero claro, en las primeras fases lo más probable es no morir ni una vez, por lo que todo nos parece color de rosa. En cuanto el juego va cogiendo dificultad y tenemos que repetir zonas una y otra vez, los gráficos empiezan a parecernos mediocres, y la música se convierte en un tedio insoportable. Y cuando digo insoportable no exagero. En el segundo mundo le quité el volumen al juego. True Story.

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Vaya juegazo – estaréis pensando. Pues sí, desde El Pixel Ilustre no puedo sino recomendar esta joya de Wiiware que, quizás por 500 puntos sería aceptable, pero que por 1000 desde luego no lo es. Cuando baje a 2€ en Steam, Gamersgate, Direct2Drive o Impulse quizás será una buena compra. De momento no lo es.

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Mercadillo Vol. 36