Hubo un tiempo en el que todos los juegos eran buenos, y no porque realmente lo fueran, sino porque no existían ochocientos sitios en la red que te convencieran de lo contrario. Daban igual las tendencias y los géneros, todo era diversión, y solamente un puñado de humildes publicaciones servían como referencia a un público que todavía no había llegado al nivel de saturación en el que nos encontramos ahora mismo. Hubo un tiempo en el que nadie nos decía que juegos teníamos que comprarnos.
Era divertido. Se sacaba el máximo provecho a los juegos y las elecciones tenían que ser pensadas con sabiduría, ya que lo más probable es que no pudieras disfrutar de otro título hasta el siguiente cumpleaños o las navidades. Las influencias para decantarse por uno u otro eran claras, el boca a boca hacía estragos y los recreos se convertían en el mejor de los foros videojueguiles posibles, plagados de personajes que defendían a capa y espada sus aventuras predilectas.
Por otro lado existían una serie de publicaciones mensuales que arrojaban un poco de luz (según se mire) sobre el panorama actual. Desde Hobby Consolas a Super Juegos, Micromanía, Nintendo Acción, Todo SEGA o la enorme e inolvidable Mega SEGA. Bastaba una foto, una captura mostrando unos hermosos sprites para que deseáramos un juego. Muchas veces sobraba el resto, sobraban los análisis, mas que nada porque variaban mucho de una revista a otra y sobraban los comentarios del fanboy de la clase que sólo despotricaba contra la consola rival. Deseabas ese juego, querías tenerlo y nadie te iba a convencer de lo malo que era.
In Yen We Trust
Exprimías los cartuchos de la Megadrive como nunca lo has hecho con otros. Te sabías de memoria hasta el más recóndito píxel, los secretos, los trucazos míticos que iban de boca en boca, la táctica para acabar con cada boss, y te acababas los juegos independientemente de que hubiera un juicio volando sobre él señalándolo con el dedo como un truño infumable.
Te valía el simple hecho de que perteneciese a tu género favorito. Si era un plataformas tenía que tener calidad. Un beat´m up era ideal para jugar en pareja, un shmup siempre sería un entretenidísimo reto y una conversión de recreativa… oh conversiones de recreativa! Ya podían ser una auténtica basura que por el simple hecho de haber pasado por los salones de tu ciudad merecían protagonizar los primeros reglones de tu carta de reyes magos.
Todo esto se ha perdido. Es culpa de la red el que le haya cogido tirria a algunos juegos, el que no soporte ver una imagen del travelo del Bayonetta, que odie los shooters bélicos, que me salgan sarpullidos cada vez que vea algo del nuevo Call of Duty y que esté hasta los cojones de que nos metan por los ojos que juegos son los que debemos adquirir.
Ayer abrí los cereales y había un análisis del Bayonetta
¿Dónde ha quedado la diversión pura y dura?. Dios mío, si hasta hay una web en donde los usuarios ponen nota y comentan sobre juegos que nisiquiera se han puesto aún a la venta. Yo sólo quiero divertirme, me da igual que sea con tres sprites coloridos que con el último bombazo en tecnología gráfica. Me da igual que hayan recibido un 10 o un 4 de puntuación, y me apuesto un testículo a que si no tuvieramos esa serie de jueces que nos determinan qué es lo mejor, seríamos más felices jugando.
No quiero decir con esto que la gente no tenga derecho a informarse antes de adquirir un producto, pero recuerdo mis tiempos mozos y eran muy pocos los colegas que se arrepentían de haber comprado un juego, lo disfrutaban y le sacaban el máximo provecho. Hoy en día hay gente que se deja llevar y ya es un clásico oir cosas como «Pues el Street Fighter IV es un coñazo, yo es que nunca he sido de estos juegos, pero me lo he comprado porque lo ponen muy bien«. Anda y que os follen. Coged vuestro Tekken para nenazas y babead con el culo de Nina.
Viva el sabor retro
Luego están las previews y el aluvión de videos e imágenes que martillean la red antes de cada lanzamiento. Vale, que cada uno es libre de hacer uso o no de esta información, pero coño, que el Heavy Rain ya no vale la pena ni jugarlo macho, que entre diez minutos de aquí, diez de allá y sus muertos en salsa pues no se que jodida gracias tiene ponerse delante de la tele para disfrutarlo.
En fin, estos son simplemente los desvaríos de un jugador que ya se empieza a sentir pureta dentro de este mundillo, y al que le da bastante pena el que la gente haya olvidado la finalidad de este hobby: Divertirse.
Simplemente VRABO
Amen!