Análisis: Metro 2033

Escrito por en Análisis - 24 marzo, 2010

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Era una apacible noche de primavera y los videojuegos habían salido de fiesta. En un local de dudoso prestigio, un letrero anunciaba que los shooters tenían dos por uno hasta las cuatro de la madrugada. Todos estaban allí metidos. Podías ver a Crysis pavoneándose delante de todos, a Quake rememorando tiempos mejores apoyado en la barra, y por supuesto, a Modern Warfare y STALKER bailando muy juntitos en el centro de la pista. Una cosa llevó a la otra, de la pista se fueron al cuarto de baño y… nueve meses más tarde nació Metro 2033.

De su padre, el título de Infinity Ward, ha heredado una narración lineal y cinematográfica como pocas. De su madre, la rusa maciza de STALKER, una ambientación post-apocalíptica y un carisma cojonudos. Y de cosecha propia se ha sacado de la manga un aspecto visual y una optimización bestial (especialmente comparado con lo que ofrece la exigente de su mamá). Por desgracia no todo son regalos y alabanzas en esta interesante mezcla genética, ya que la jugabilidad y la inteligencia artificial, dos de los aspectos más importantes en un shooter hoy día, dejan bastante que desear, mermando la calidad de un juego que con algo más de mimo bien podría haber sido antológico.

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Pero bueno, vayamos por partes. La historia de Metro 2033, como bien se encarga el propio juego de recordarnos a cada instante (si lo jugáis entenderéis por qué lo digo) está basada en el libro homónimo del escritor ruso Dmitry A. Glukhovsky. Este, nos cuenta la odisea de Artyom, un joven que vive en un mundo subterráneo formado en el metro de Moscú después de que un cataclismo nuclear imposibilitase la vida en el exterior. Contaros algo más sería “spoilear” gratuitamente, y creo que el guión está lo suficientemente cuidado y bien narrado como para que lo disfrutéis sin necesidad de que un capullo integral como yo os lo destripe.

Por desgracia, a esta buena historia no le acompaña una buena jugabilidad. Para empezar, el sistema de combate cuerpo a cuerpo es prácticamente inexistente. Lo cual es una putada, porque a lo largo del juego hay bastantes fases de enfrentamiento en distancias cortas. Las partes de sigilo tampoco están especialmente bien diseñadas, y lo normal será que el estilo ninja nos dure poco más de dos minutos, tiempo tras el que comenzaremos a lanzar granadas y pegar tiros como está mandao. Después tenemos el problema de la munición, que si bien es acertado en el aspecto de tener que conservarla como un tesoro, falla miserablemente en el sentido de que nos pasamos todo el juego recogiendo las balas una a una de cientos de cadáveres. Otro inconveniente algo menor es la enorme diferencia que existe entre las “balas buenas” y las “balas cutres”. Una cosa es que la munición esté sucia y otra muy distinta necesitar medio cargador en la cabeza para derribar a un enemigo.

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Para echarle de comer aparte es la inteligencia artificial, que en más de una ocasión nos hará plantearnos si estamos combatiendo contra duros soldados soviéticos o contra un ejercito de estrábicos subnormales. Y es que en ocasiones nuestros enemigos correrán cerca nuestra sin atacarnos. Otras veces simplemente tardarán varios segundos en reaccionar ante nuestra presencia, dándonos el tiempo justo para acabar con ellos antes siquiera de que se enteren de que estamos allí. Aunque lo más sangrante es cuando nos encontramos cuerpo a cuerpo con algún enemigo y en lugar de atacarnos retrocede un poco para dispararnos. Claro que esto solo me ha pasado unas pocas veces…

En el lado opuesto de la balanza tenemos un apartado técnico soberbio. Los gráficos, como ya he mencionado, son espectaculares por momentos. Y aunque los modelos de los personajes sean mejorables, los efectos de luces y los escenarios son de lo mejor que he visto en esta generación. Después tenemos el doblaje al ruso que, en mi opinión, resulta tan imprescindible como el inglés en The IT Crowd. De verdad que no sé que tendrán que los rusos, pero consiguen transmitir una sensación de tristeza y desasosiego a todo lo que dicen… aunque te estén tratando de vender una metralleta.

A estas alturas de análisis estarás pensando que el juego debe ser una mierda infumable que solo tiene una buena historia y unos gráficos resultones. Y objetivamente pudiera ser así, pero lo cierto es que subjetivamente es mucho más que eso. Subjetivamente ofrece ocho horas de diversión ininterrumpida, que ni una mala inteligencia artificial ni unas decisiones en la jugabilidad más que discutibles consiguen lastrar. Subjetivamente es un videojuego con mucho potencial, tanto, que con dos actualizaciones y un mod podría ser antológico. ¿Será mucho pedir?

7

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