Recetas Ilustres: RPGs occidentales

Escrito por en Artículos - 9 mayo, 2010

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Bienvenidos a un nueva entrega de las recetas ilustres. En esta ocasión, y para que no se diga que solo me meto con los géneros que no me gustan, he decidido enseñaros a cocinar uno de mis platos favoritos: los RPGs occidentales Así que preparad los utensilios de cocina porque hoy vamos a hornear algo rico rico.

Al contrario que con los juegos de acción, para empezar a cocinar un RPG no necesitaremos monos y mandriles, sino una piara de no más de cuatro futurólogos y adivinadores varios. Estos personajes de simpáticos sombreros y delirantes túnicas nos permitirán obtener las ideas sobre el fin del mundo menos originales posibles, pudiendo convertir la destrucción de continentes enteros y consecuente muerte de millones de personas en algo aburrido y carente de emoción alguna. Sé que suena difícil, pero si a estos tíos se les paga lo que se les paga es por algo.

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Dream Team

Una vez tenemos la idea básica en no más de un renglón (el dios X se va a despertar y va a destruir el mundo for the lulz), es hora de desarrollar el guión. Lo cual, pese alo que podáis pensar, es la parte más fácil de la receta. Total, con el rollo de no tener que seguir una historia lineal basta con usar un sencillo software informático que permite crear “quests” aleatorias para espolvorear, cual azúcar glasé, por el enorme escenario del videojuego. De esta forma podemos saltarnos el incómodo paso de pagarle a una persona inteligente para desarrollar un guión. Por suerte para vosotros, da la casualidad de que aquí tengo la mencionada aplicación, así que voy a poneros un buen ejemplo de lo que puede conseguirse con ella (pulso el botón “aleatorio”): “Ve al lugar X a matar a los enemigos Y que han robado K objeto” (donde X pilla a tomar por el mismísimo culo, Y representa a unos enemigos de mierda y K a un anillo o espada corta).

Para desarrollar al personaje principal de la aventura tampoco hay que estrujarse mucho las neuronas. De hecho, podemos contratar a un mapache o un carpincho para que hagan el trabajo, porque cobran bastante poco, son muy monos y no lo van a hacer peor que la gran mayoría de precedentes. En cualquier caso, el objetivo es, o bien dejarle el trabajo de crear al personaje al jugador, o bien crear al señor más feo y con menos carisma de la historia de los videojuegos. Si optamos por la primera opción solo tenemos que dejar que el jugador crea que su elección tiene alguna influencia en cualquier acontecimiento que ocurra en la historia; mientras que si nos decantamos por la segunda ni eso, tan solo lo tenemos que poner a hacer “quests” estúpidas para ganar armas y armaduras, que son lo que realmente da carisma.

Sí señores, las armas, armaduras, cascos, anillos, etc. son la la parta fundamental de los RPGs occidentales (el sistema de juego, estadísticas, números y tiradas realmente no vale pa na). Y no solo eso, la misma esencia de este género reside en acaparar todo el equipo que podamos para venderlo, ganar toneladas de oro y poder comprar mejor equipo que, eventualmente revenderemos para comprar aún mejor equipo. ¿Cómo, que os parece muy triste? Pues sí, pero ya que el sistema de combate es una mierda inmunda tediosa y aburrida, con algo tenemos que entretener al jugador ¿no?

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Típico

Pero bueno, movámonos al siguiente paso de la preparación de nuestro RPG occidental: los enemigos. En primer lugar tenemos que meter ratas, muchas ratas. Gigantes a ser posible. ¡Y con los ojos muy rojos! Después, si queremos hacer las cosas realmente divertidas debemos añadir orcos. ¡Muchísimos orcos! Con armaduras, sin ellas, con hachas, con espadas, con martillos, todo vale para darle variedad al plantel de enemigos. Y ahora sí, para darle el toque de gracia a nuestro compendio del mal particular tenemos que incluir algo fundamental: insectos gigantes. Si no metemos insectos gigantes (arañas a ser posible) nuestro RPG no llegará a ningún sitio. ¿Dónde habéis visto un maldito RPG sin insectos del tamaño de caballos? En ningún sitio. ¿Y sabéis por qué? Porque molan. Y ya está.

Perfecto, ahora que ya tenemos todos los ingredientes solo nos queda servirlo de la forma que se suele servir este genero: crudo. Sin horno de hype, ni microondas, ni tostadora, ni nada. Los buenos RPGs occidentales se sirven en cuanto se han juntado todos los ingredientes y se han revuelto un poco. De esa forma conseguimos el estilo plagado de bugs tan sabroso y habitual en ellos. Mmmm.

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