Análisis: Oregon Trail

Escrito por en Análisis - 6 junio, 2010

OREGON

Para los que no lo sepan, el Oregon Trail original es un juego con más de 20 años en el que nuestro único objetivo era seguir la ruta real de los peregrinos estadounidenses y llevar nuestra carreta con nuestra familia, sana y salva, desde el Río Misuri hasta Oregón. Cojonudo, estaréis pensando. ¡Qué divertido debe ser conducir una carreta tirada por bueyes con la agradable compañía de una familia virtual que no hace más que quejarse! Pues sí señores, es divertido. Y esta versión para iPhone y iPod Touch, más aún.

Oregon Trail es un juego diferente a la mayoría de juegos que hayas probado. Nuestro objetivo, como mencioné antes, no tiene nada que ver con matar a gente, correr más rápido que nuestros rivales, mejorar habilidades y atributos, o rescatar a la princesa. Consiste, simplemente, en llegar a nuestro destino sanos y salvos. Y para ello lo único que tendremos que hacer será tomar decisiones (y participar en algunos minijuegos, pero eso es lo de menos). Decisiones que cambiarán el rumbo de nuestra partida de forma permanente y que, llegado el momento, pueden condenar a la familia de nuestro simpático protagonista. O lo que es lo mismo, que podemos joderla de forma irreversible si la liamos parda. Así que ojito.

Así pues, comenzaremos a tomar decisiones desde el mismísimo principio del juego. Tendremos que elegir una profesión para nuestro protagonista, que evidentemente nos dará un bonificador u otro dependiendo de si elegimos ser banquero, granjero o carpintero. El mes en el que queremos partir también depende enteramente de nosotros: Marzo, Abril y Mayo tienen sus ventajas e inconvenientes, pero juzgar cuales nos beneficiarán es cosa nuestra y del estilo que queramos seguir a lo largo de la partida. Por último, el tipo de carreta con la que queremos viajar también marcará la diferencia: dependiendo de nuestra clase y la fecha en la que salgamos, nos convendrá una más robusta o más ligera. Y no penséis que todas estos preparativos son una tontería, porque yo lo pensé la primera vez y me quedé a medio camino de Oregon, sin niños, sin bueyes y con una mujer lisiada.

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Maya tiene… ¡Sí! ¡Disentería!

Una vez lista la primera fase de nuestra aventura, toca lo realmente divertido: viajar. El motivo por el que viajar resulta tan divertido es porque puede pasar de todo. En serio. En dos partidas que llevo jugadas no sé si lo he llegado a ver todo, pero por el camino me ha pasado todo esto: mi carro se dañó por conducir en terreno escarpado, mi hija se partió una pierna, mi hijo se partió el brazo, los indios me atacaron, un oso se comió a mi mujer, los vaqueros me robaron hasta el último penique, Wyatt Earp me acompañó durante un trecho de camino, pesqué kilos y kilos de pescado en un río, una serpiente se comió a mi hija… y la rescaté de su tripa, recogí oro en la orilla del río, hice de cartero para un señor con bigote, mi mujer enfermó, conocí a Abraham Lincoln, mis hijos fueron a mear y no volvieron, me hice amigo de un poblado indio, un águila cazó a mi hijo y desapareció con él, yo cacé a un águila y me lo comí, un tornado destrozó mi carreta, disparé y cacé una montaña de ardillas y conejos, navegué por ríos encima de una balsa… y podría seguir, pero creo que os hacéis una idea.

Ahora bien, si os estáis preguntando cómo se resuelven todos esos acontecimientos del párrafo anterior, la respuesta es muy sencilla: son minijuegos (cazar, pescar, etc.) o simpleemnte ocurren. A veces, vas tan tranquilo después de hacer elegido una rota concreta, tu mujer te dice, como no, que teníais que haber doblado en la segunda con Albuquerque y ¡ZAS! sale un oso y le hinca el diente. Sin más. No hay nada que puedas hacer a ese respecto. Sin embargo, sí que puedes elegir una vez que esto ha ocurrido si quieres dejar morir a tu mujer y seguir con la ruta, o si prefieres esperar unos días a que pueda caminar y continuar entonces. Si te vas muere. Si te quedas con ella quizás muráis todos. Qué hacer, como casi todo en este juego, depende de ti.

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¡Hijos de perra!

Cambiando un poco de tercio, el desarrollo de los minijuegos es bastante divertido. Ninguno de ellos resulta especialmente difícil o cabreante, todos son bastante divertidos y, muy importante, están perfectametne adaptados a los controles del iPhone. En el minijuego de llevar nuestro carro por el río, por ejemplo, lo guiaremos con el acelerómetro, obteniendo una respuesta cojonuda. Y en el de caza, el funcionamiento es tan simple como pegarle un dedazo a la ardilla, conejo, ciervo o búfalo de turno para dispararle. Además, el juego incluye un porrón de logros, que si bien a mi me la sudan, seguro que a los xboxers les pone palote.

Resumiendo, que esto se está extendiendo demasiado para ser un juego de iPhone/iPod Touch: Oregon Trail es un muy buen videojuego y un excelente pasatiempo. Es posible que por su aspecto gráfico (que a mi me parece delicioso) parezca un título muy «casual» o poco serio, pero lo cierto es que cualquiera, y repito cualquiera, puede disfrutar durante horas de esta pequeña joya.

8

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