No sé exactamente hasta que punto un juego con tan sólo ocho años se puede considerar «retro», pero me la pela: la sección la creé yo y escribo lo que me sale del churro en ella. Aclarado este punto, Red Card es un juego de fútbol un tanto peculiar, que salió en (a ver esas matemática) 2002 para las tres grandes consolas del momento: la discreta Xbox, la perenne Playstation 2 y la todopoderosa GameCube. Ni que decir tiene que, pese a que también he disfrutado del juego en su versión Sonyer, de la que hoy voy a hablar es de la del Cubo. ¿Porque sabéis qué? La Wii no tiene los gráficos del Heavy Rain, pero tiene retrocompatibilidad.
En primer lugar, debo confesar que estoy haciendo este retro amor sin haber jugado en solitario ni un sólo partido. Es decir, que de las más de veinte o treinta horas que le he podido dedicar a esta pequeña joya del «underground» videojueguil, todas ellas han sido en compañía de un amigo. Este detalle, que en principio puede resultar bastante intrascendente, cobra mayor relevancia si os digo que de las cinco personas con las que he jugado, dos de ellas no tienen ni zorra idea de fútbol, a otras dos ni les va ni les viene, y otra más, como yo, se reconoce admirador del deporte rey. Ergo disfrutar de Red Card, a diferencia de hacerlo con la mayoría de videojuegos del género, no está reñido con la pasión futbolera. Sin sonar ofensivo o blasfemo para nadie, vendría a ser una suerte de NBA Jam balompédico. Ahí es nada.
Buena muestra de este concepto de juego bastante más alocado y alejado del simulador tradicional, jugabilidad al margen, son los equipos especiales que podremos desbloquear haciendo vete tú a saber qué, porque basta nombrar la partida salvada como «BIGTANK» para conseguirlos todos. Samurais con su correspondiente catana en la espalda, enormes mandriles de rojizas posaderas, extraterrestres al más puro estilo depredador, toreros españoles de paquete gordo, guerreros aztecas, o incluso delfines erguidos son sólo algunos de los equipos especiales que podremos manejar. Por supuesto, a juego con cada uno de ellos tendremos un una serie de estadios que irán desde una plaza de toros hasta el Chichen Itza, pasando por la superficie de Marte. Todo muy normal, vaya.
Por desgracia, y este es el punto que más me ha tocado los cojones siempre, los equipos (en realidad sólo hay selecciones nacionales) tienen unas opciones de edición casi ridículas. Poco más que cambiar el nombre a los jugadores (que en su mayoría son reales) y reasignar los puntos del equipo en los clásicos «ataque», «defensa», «velocidad» y «moral» es lo que podremos hacer. Ni edición individual de jugadores, ni de tácticas del equipo, ni nada. A lo sumo podrás hacer lo que yo: coger a Chipre, cambiarle el nombre por uno cachondo, editar a sus jugadores para que se llamen como tú y tus amigos, reducirle todos los valores de ataque, defensa y velocidad al mínimo, y ponerle más moral que al Alcoyano. Cuando tu equipo salte al campo el comentarista anunciará a Chipre, pero en tu corazón sabrás que es el «Topoti FC», y eso basta para dibujarte la sonrisa en la cara.
En cualquier caso, Topoti FC o Chipre, la verdadera magia de Red Card empieza cuando el arbitro hace sonar el silbato. A partir de ese momento sólo importan dos cosas: marcar gol, y hacerlo a toda costa. Podremos, literalmente, reventar a hostias a los jugadores rivales: pegarles patadones en el pecho al más puro estilo de Jong, destrozarles la nuca de un rodillazo, pegarles un cabezazo en el pecho a lo Zidane, o hacer una entrada a ras de suelo con más de tres metros de recorrido. Todo vale para robar la pelota. Además, el arbitro sólo pitará faltas cuando estemos cerca del área rival (a distancia de tiro a puerta, para que nos hagamos una idea), por lo que de medio campo para nuestra propia cancha tendremos vía libre para dar rienda suelta a nuestro instinto más salvaje. Por supuesto, dentro de esta auténtica violación a las normas básicas del fútbol no hay fueras de juego, algo que se agradece.
Más complicado que robar la pelota, para lo que tenemos tres botones: entrada leve, entrada a ras de suelo, y entrada salvaje (más sus respectivas versiones especiales, que son más bestias si cabe); es marcar goles. Y es que los porteros, siguiendo con la tónica de la época, son absolutamente irregateables, lo que sumado a su facilidad para atrapar balones disparados desde cerca los convierten en un auténtico muro entre el jugador y el gol. Ni siquiera los tiros especiales, en los que nuestros chicos hacen piruetas a cámara lenta y el balón sale disparado echando fuego, nos aseguran el gol. Sin embargo, en cuanto te haces con la dinámica de tiro y, sobre todo, del pase, serás capaz tanto de empotrar trallazos desde treinta metros por toda la escuadra, como de hacer un pase de la muerte que deje a tu delantero sólo en la línea de gol (algo especialmente difícil y que reconforta un huevo y parte del otro).
Así pues, Red Card, pese a su desenfadado estilo arcade puede dar lugar a jugadas realmente bellas a nivel futbolístico. Saque en corto del portero, un par de pases en defensa para mover al equipo, balón al mediocentro, el lateral sube, el extremo se desmarca, la pelota corre entre ellos, hacen pared de libro, centro al borde del área donde aparece desde atrás tu mediapunta y golazo de chilena desde casi veinte metros. ¿La única pega? No te deja guardar la maldita repetición. De hecho, no te deja ver la puta repetición a no ser que previamente te tragues la celebración del jugador, que habitualmente consiste en correr como un loco agitando los brazos.
Para terminar, no puedo dejar de comentar la tercera y última pega sobre mi juego de fútbol preferido: no soporta cuatro jugadores simultáneos. Y lo peor es que el muy hijo de puta te sugiere que podría hacerlo con una pantalla de elegir equipo idéntica a las de FIFA o PES… pero no, no te deja. Algo que un título de características similares aunque bastante peor, como es Mario Smash Footbal, sí permite. Así que ya sabéis, este año ni PES ni FIFA ni pollas. Este año Red Card.
Retrohypeado estoy… no conocía esta perla!!!
Me quedo con el clásico Nintendo World Cup
¡Vivan los delfines! ¡Vivan las faltas al árbitro! ¡Vivan los tiros desde el centro del campo y los porteros que se meten goles!
A todo esto, ¿2002 ya es retro? Qué rápido se hace uno viejo.
Llevo dos días jugando de nuevo al FIFA 98 Road to the world cup y al FIFA 99 por rememorar viejos tiempos, sin embargo, cada vez que hago eso con un juego antiguo me doy cuenta de lo malo que era el juego o lo tonto que era yo para que me gustase.
Aún así, Colombia está a punto de ser clasificada al glorioso mundial de Francia 98 y el Barça en cuartos del final de lo que, supuestamente, es la Champions League.
Sea o no un Retro Amor válido, se que en 10 años me bajaré el correspondiente emulador del Red Card para darle caña. Caña imperial, por supuesto.
El futbol deberia ser asi
Firmado: De Jong
así que también hicieron uno de fútbol.
yo que jugué en su día fue el MLb sulgfest 2003
para la play2
tecnológicamente lo mismo que esta, pero en baseball.
Dios, tengo este juego original, que me lo compré cuando lo ví en un HMV de Inglaterra xDDD
Era jodidamente genial
¿Tiene algun port mal hecho para PC?
@Aaron: no. =(
Buff qué recuerdos!!
A mí el futbol ni me va ni me viene, pero las viciadas a este juego con mi hermano fueron brutales.
Eso sí, como bien dicen, es un juego para jugarlo con alguien, solo pierde mucho.
¿Soy el único que ve ironía en eso de poder partir piernas y que se llame «Red Card»? Y en tu opinión, Andresito, ¿Era mejor este o los PES/FIFA de su época?
Todavía veo este juego en algunos estantes de tiendas de segunda mano.
Yo tenía el Red Card Soccer (supongo que será el mismo) para PS2. Si lo ves barato cómpralo, aunque solo sea por los lulz
No te olvides de comentar que uno de los creadores principales del juego es De Jong!!