Análisis: Trinity-Souls of Zill O'll

Escrito por en Análisis - 21 abril, 2011

Cuando lo habitual es que cada mes salga a la venta un aspirante a GOTY, rodeado por un aura de Hype, promoción brutal y notas de prensa, es realmente difícil mirar hacia otro lado y prestar atención a esos títulos que parecen servir únicamente para rellenar las estanterías y las páginas de ofertas a lo MegaModay. Son videojuegos de Serie B que quizás no tienen los gráficos de las últimas novedades, son más sencillos a nivel jugable o argumental o simplemente no tienen una gran campaña de publicidad que respalde su lanzamiento, pero esas cosas no significan que no sean dignos de recibir HAMOR y capaces de darnos alguna que otra sorpresa. Trinity-Souls of Zill O’ll es un claro ejemplo de ello.

Algunos recordaréis el juego Forgotten Realms: Demon Stone, un Hack & Slash ambientado en los Reinos Olvidados que apareció para PS2, Xbox y PC hace unos añitos (y si no lo recordáis, hablé de él en este artículo hace un tiempo). Controlábamos un grupo de 3 aventureros, cada uno con habilidades diferentes, y repartíamos mamporros sin ton ni son en Faerun. Se trataba un título demasiado poco rolero como para merecer llevar el nombre de Dungeons & Dragons, pero por lo menos divertía un rato.

Por supuesto que habrá dragones. SIEMPRE hay dragones…

Trinity-Souls of Zill O’ll coge la idea de los tres protagonistas y le añade lo que echaba de menos en Demon Stone: un mundo abierto con ciudades, mazmorras que explorar, tabernas en las que sacar información, misiones secundarias, secretos, el imprescindible “pack basico de procrastinación del JRPG” (me refiero al inevitable casino y la arena de combate) y sobretodo añade duración, mucha duración… Cuando a las quince horas de juego te salta el trofeo “Capítulo 1 completado!” te das cuenta que la cosa va a ir para largo.

Estos tres te acompañarán durante horas, y horas, y horas…

El trío protagonista lo forman Aureus, un semielfo hábil con la espada y con la magia sobre el que pesa una terrible profecía, Dagda, el típico fortachón bonachón diseñado a imagen y semejanza de Mr. T, y Selene, la típica chica guapa, reservada, misteriosa y ágil cuya belleza queda relegada al status de “amiga simpática” cuando aparece uno de los mejores personajes secundarios de la historia de los videojuegos: la caza-recompensas Sheelagh.

Regla CLVII de los RPG: Cada talla de sujetador por encima de la 90 otorga +5 a la armadura

Cada uno de ellos posee distintas habilidades, con poderes elementales distintos (fuego, hielo, electricidad, oscuridad, sagrado…) que nos servirán para eliminar con mayor o menor eficacia las hondonadas de enemigos que ocupan los distintos escenarios del mundo de Vyashion.

Parece grande, pero no es pa tanto…

Y ese es el objetivo, la gracia y lo único que haremos en Trinity-Souls of Zill O’ll: matar. Matar, matar y matar. Si es una misión de rescate, deberemos matar todo lo que encontremos hasta encontrar al pobre campesino perdido en el bosque y matar a todo lo que nos encontremos hasta la salida. Si es una misión de encontrar un objeto, deberemos matar todo lo que se nos cruce por delante hasta encontrar un bicho grande que guarda el objeto robado y matarlo. Si es una misión de exterminio, solo deberemos matarlo todo.

Hack & Slash: fortaleciendo nuestros pulgares desde los inicios del Siglo XXI

Y me preguntaréis ¿Galious, eso no es algo repetitivo? Sí, lo es. Como una tortilla de ajos. Pero a diferencia de juegos como Sengoku Basara: Samurai Heroes, no solo estaremos rodeados de morralla como goblins, esqueletos, murciélagos o lobos. De forma regular aparecerán unos enemigos más tochos, resistentes a nuestros ataques. Tras atacar, quedarán expuestos a nuestros ataques, especialmente si les atacamos con los elementos a los que son vulnerables, como atacar con fuego a un ogro o con electricidad  a un gigante. Entonces, hasta podremos dejarlos aturdidos y atacarlos con fiereza.

Y cuando digo grandes me refiero a GRANDES DE COJONES

Estos encuentros con grandes enemigos, junto a el ritmo constante de juego en las mazmorras, la variedad de los enemigos y escenarios, el avance de las habilidades de nuestros personajes, una historia que se va desvelando y mejorando a medida que avanzamos y conocemos nuevos personajes, la cantidad de misiones secundarias por hacer y los elementos secretos por descubrir hacen que Trinity: Souls of Zill O’ll resulte entretenido desde el principio hasta el final, a pesar de ser repetitivo.

Que no falte la clásica Arena de combate con monstruos y premios

He necesitado 44 horas de juego para completarlo con el nivel mínimo recomendado para la última misión y tengo la sensación que me quedan muchas cosas por hacer, misiones por superar, mazmorras que explorar, secretos por descubrir y grandes enemigos a los que abatir. Y eso, cuando lo normal es que un juego dure poco mas de media docena de horas y tras eso empiece a acumular polvo en la estantería es algo destacable.

Con tanto bicho no tendremos tiempo para aburrirnos

Pero hablemos de lo malo, que también lo hay. Para empezar, Trinity: Souls of Zill O’ll tiene alma de juego de PS2, tanto por los gráficos algo desfasadillos, empañados por un filtro a lo “lienzo antiguo” que a mi parecer sobra, y por la ausencia total de parches, modos online o la aparición de DLC’s (aunque esto no es que sea reprobable). También hay que decir que la cámara puede jugarnos malas pasadas cuando nos enfrentamos a un bicho grande en un sitio estrecho. Tampòco acaba de convencerme lo de la auto-curación tras cada combate a pesar que no está mal implementada del todo y curarnos al final de cada enfrentamiento no significa que no las pasemos putas. También es posible que a algunos no les guste que las ciudades, tiendas, tabernas y todas las conversaciones se desarrollan con imágenes fijas y no mediante cinemáticas y animaciones. Y, para los defensores a ultranza del castellano, hay que remarcar que es de esos juegos que no han tenido la decencia de traducir a nuestro idioma, con lo que no merecen el dinero español.

Este tipo de imágenes es lo que verás mientras no luches.

En resumen, Trinity: Souls of Zill O’ll no es un mal juego, aunque tampoco tiene nada que nos haga pensar en él como uno de los indispensables de 2.011. Es un Hack & Slash básico, primario, casi primitivo, que puede entretenernos durante muuchas horas y quizás por esa mecánica algo anticuada queda bastante lejos del tipo de juego que ahora está de moda. Sin embargo Trinity: Souls Of Zill O’ll resulta ideal para esa media horita que no tenemos nada que hacer, tiempo suficiente para vaciar una mazmorra de bichos y rescatar así a la aldeana que se perdió en el bosque recogiendo bayas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vaaale, os pongo otra foto de Sheelagh:

Es que con esas tetorras no hace falta armadura…

 

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