Un sorbo de Yakuza 4

Escrito por en Artículos - 19 abril, 2011


Analizar Yakuza 4 en menos de ocho horas, tiempo máximo permitido por los profesionales de esto que es escribir sobre videojuegos, es bastante difícil. Un servidor lleva algo más de quince horas y todavía sólo ha manejado a uno de los cuatro personajes jugables disponibles. Por ese motivo, pese a no estar preparado ni por asomo para escribir un análisis como el videojuego se merece, sí que estoy más que capacitado para poneros los dientes largos con algunas de las situaciones más absurdas que me he encontrado desde que he comenzado a jugar. Porque Yakuza 4 no sólo es una versión pulida y agrandada de la tercera parte, sino también mucho más pandiloca.

Para empezar, el primer personaje al que manejaremos, al que podéis ver en la cabecera, no es un yakuza. De hecho, lejos de ser un miembro del crimen organizado japonés, el amigo Akiyama es un antiguo vagabundo que, por azares del destino, se convirtió en gerente de un club de hostess (mujeres de compañía) y prestamista de buen corazón que no cobra intereses. ¿Qué implica este radical cambio de profesión en nuestro personaje jugable? Muy fácil, que tendremos una cantidad de misiones y actividades adicionales lo suficientemente locas, como para que en menos de diez horas de juego podamos ver a una familia de timadores que se baña en jacuzzis llenos de dinero, o a un mirón en ropa interior que lleva unas bragas en la cara al más puro estilo Oolong.

Claro que estas situaciones, simples anécdotas en el flujo habitual del juego, no tienen mayor repercusión que unos cuantos puntos de experiencia y la risa de turno. Sin embargo, otro elemento como el «creador de hostess«, supone un minijuego completamente nuevo con respecto a Yakuza 3. Este nos permitirá vestirlas con decenas de modelitos diferentes, ponerles anillos, pulseras, collares, relojes o pendientes, y cambiarles el tipo de maquillaje eligiendo pintalabios, coloretes, sombras de ojo, etc. Todo ello para influir posteriormente en una serie de atributos que harán que nuestras hostess atraigan a un tipo de clientes u otros. ¿El objetivo de todo el tinglado? Conseguir que una de nuestras chicas se convierta en la número uno. Palabra.

¡Catacroker!

Siguiendo con las hostess, en esta ocasión sí que podremos acudir a los clubs y quedar con ellas (algo que quitaron en las versiones no japonesas de Yakuza 3). Tendremos que hablar con ellas, darles coba y, eventualmente, ligárnoslas lo suficiente como para poder quedar con ellas fuera del club y llevarnos el trofeo de turno. Además, y esto me ha resultado bastante curioso, todas las señoritas del juego están recreadas a partir de actrices reales, incluyendo por lo visto un par de pornstars. Algo muy ilustre si me preguntas a mí.

¡Tonterías y chorradas! ¡Todo tonterías y chorradas! —bramarán los detractores del juego. Y puede que tengan razón, que haya chorradas a punta pala en Yakuza 4, pero es que esa es una de las gracias del juego. Quejarse de ellas es tan sumamente estúpido como criticar al FIFA o al PES porque tienen goles. Es normal que los tengan, son juegos de fútbol. Con Yakuza 4 pasa lo mismo: es normal que tengan decenas de chorradas distintas por hacer, son Yakuzas. He estado a punto de escribir «…son Shenmues», porque en el fondo el tipo de juego es bastante similar. Pero no, pese a haber inventado el concepto, Shenmue está un par de escalones por debajo de Yakuza 4 en lo que a diversión se refiere. Pegar patadas con Ryo es entretenido, con Akiyama es brutalmente divertido.

Atríncame la verga y enjuágamela

Los combates precisamente son uno de los aspectos que más me gustan de Yakuza 4 por varias razones. La primera y fundamental, es porque funcionan: pelearse en las calles de Kamurocho es divertido, algo de lo que no pueden presumir muchos otros juegos. Y la segunda, algo más particular, es porque todos los ataques son sumamente brutales. Es curioso como, acostumbrado a desmembrar enemigos a escopetazos en decenas de juegos, lo único que me ha hecho poner una mueca dolor y pensar «joder que cafrada» ha sido Yakuza. El motivo es que la violencia extrema que muestra es mucho más cercana a la habitual, y si bien no podemos ni imaginarnos como sería que un marine espacial le pegase un escopetazo con una SPAS 12 a un demonio astado, sí que podemos identificarnos bastante bien en una situación en la que nuestro protagonista pisotea la cara de un enemigo para posteriormente propinarle un señor rodillazo en toda la cabeza. Sí, al más puro estilo lucha extrema pero con zapatos y traje.

Quizás yo estoy enfermo, pero me resulta terriblemente satisfactorio llevar a cabo este tipo de finishers sobre los enemigos. Cascarles la cabeza contra una barandilla, apuñalarles en el hígado, reventares la cara contra una pared… Todo ello es tan espectacular como brutalmente doloroso, algo que se agradece cuando estás acostumbrado a la violencia exagerada y desmesurada de los videojuegos actuales, en los que un disparo o un espadazo suele terminar con varios miembros saltando por los aires. Además, joder, que hasta se pueden ver dientes saltando en las patadas más cafres.

Como habréis podido deducir de lo leído hasta el momento, Yakuza 4 me está gustando mucho. Todavía no sé si pasadas las cuarenta o cincuenta horas que espero exprimirle me seguirá pareciendo tan cojonudo, pero sólo con lo que llevo disfrutado hasta el momento ya puedo asegurar que es mejor que muchos de los «grandes lanzamientos» del año que llevo jugados.

Temas Memorables Andresito Ed. 2

Así pinta el online de Uncharted 3