Análisis: Enslaved

Escrito por en Análisis - 2 mayo, 2011

Análisis: Enslaved
Una de las primeras cosas que hice cuando me regalaron la Playstation 3, lo creáis o no, fue descargarme la demo de Enslaved. La inicié —antes de probar ninguno de los juegos que ya tenía—, la jugué durante quince minutos y la desinstalé bastante desencantado. Lo único en lo que podía pensar es que estaba ante un juego de robots que se jugaba prácticamente solo. Por suerte, pese a que mi primera impresión fue negativa, con el paso del tiempo he aprendido que los diez primeros minutos (y en ocasiones las diez primeras horas) no son suficientes para juzgar a un juego. Así que meses más tarde lo compré y le di la segunda oportunidad que todos se merecen. Menos mal que lo hice.

La historia de Enslaved, como posiblemente sepáis pero no viene mal recordar, es una adaptación libre del clásico de la literatura china Viaje al Oeste, el popular cuento en el que están basadas, entre muchas otras obras, la mítica Dragon Ball o el genial SRPG de Playstation «Saiyuki: Journey to the West», del que hablé un poco hace bastante tiempo. Monkey, el protagonista de la historia, es una versión modernizada y de pantalones ajustados del clásico Rey de los Monos que, al igual que este, se nos presenta por primera vez surgiendo de un huevo artificial (de piedra en Viaje al Oeste y de metal en Dragon Ball o el propio Enslaved). Por circunstancias que es mejor descubrir durante el transcurso natural de la aventura, Monkey comienza a ayudar a Trip, una joven indefensa cuyo objetivo es completar un peligrosísimo viaje, que no sobreviviría ni cinco minutos por su cuenta (Tripitaka en Viaje hacia el Oeste y Bulma en Dragon Ball).

A partir de este instante, con la relación entre Trip y Monkey, es donde comienzan las mayores diferencias entre la obra original y la apocalíptica versión de Ninja Theory, ya que gran parte de «la gracia» del juego está en la estrecha relación que se va formando entre ellos con el paso de los capítulos. Lamentablemente, pese a que esta interacción es más que suficiente para darle a ambos personajes más vida de la que por desgracia podemos ver en el noventa y cinco por ciento de los títulos que salen al mercado cada año, te deja con la sensación de que, por miedo a aburrir al jugador con más escenas de la cuenta, se ha perdido una oportunidad de oro de representar una de las relaciones más bonitas que podríamos haber visto en un videojuego. Parecida en cierto modo a la que disfrutamos en Príncipe de Persia: Las Arenas del Tiempo, pero como un gritón de veces mejor llevada.

Enslaved

A esta fórmula tan clásica como efectiva del «chico ayuda a chica» se suma un tercer elemento en discordia que no hace sino humanizar más aún a los personajes y darle a la aventura un contrapunto cómico que nunca viene mal. Se trata de Pigsy (Oolong en Dragon Ball y Zhu Bajie en Viaje al Oeste), un personaje tan repelente como carismático que, pese a tener intereses propios, intentará ayudar por todos los medios a nuestro dueto protagonista.

Más allá de los personajes y la historia, que son de largo uno de los puntos fuertes de Enslaved, tenemos un apartado jugable tratado de una manera bastante injusta. Cierto es que no innova absolutamente en nada y que es condenadamente sencillo, pero la jugabilidad de los Killzone, Crysis o Call of Duty tampoco es que sea precisamente un soplo de aire fresco y nunca he leído tantas quejas. Sí, una gran parte del espectro jugable consiste en saltar y trepar por los escenarios, con el inconveniente (o no) de que los elementos a los que podemos agarrarnos brillan. Esto se lleva a cabo exclusivamente con un botón, el de salto, que sólo nos permitirá saltar cuando lleguemos a un borde por el que podemos hacerlo, y que en resto de ocasiones nos hará rodar por el escenario. ¿Sería mejor el juego si pudiésemos saltar al vacío con la misma facilidad con la que rodamos? No. Desde luego tendría más libertad —para morir—, pero de ahí a ser más divertido hay un gran trecho.

El segundo elemento jugable de más relevancia en el desarrollo de Enslaved es el combate, que nos permitirá atizar bastonazos a los numerosos robots que nos encontraremos durante el épico viaje. Si bien no estamos ante un sistema de combate con la complejidad de Demon’s Souls (por suerte), sí que tendremos las suficientes posibilidades como para que, en nivel difícil, puedas aniquilar a más de una decena de robots y terminar un capítulo entero sin recibir daño alguno… o morir miserablemente tras recibir un mal golpe en ese mismo episodio. Es decir, que no estamos hablando de un sistema que consiste en machacar botones sin más, sino de uno que realmente nos permitirá sentirnos hábiles (de nuevo, sin llegar a la terrible exigencia de otros títulos, que aquí estaría totalmente injustificada).

El tercer y más desaprovechado bocado de jugabilidad lo encontramos en la famosa nube del Rey Mono, que en esta ocasión es una especia de disco volador que sólo podremos utilizar en momentos muy puntuales. Con ella protagonizaremos, eso sí, algunos de los momentos más complicados del juego, ya que a lo largo de la aventura tendremos que participar en un par de persecuciones a toda velocidad en las que necesitaremos mucha habilidad para poder progresar. Desconozco no obstante si en niveles de dificultad inferiores estas carreras son menos exigentes, pero en difícil os puedo asegurar que han sido de largo lo más complicado de todo el juego.

Enslaved 2

Pese a que como sabréis los que lleváis un tiempo por aquí, yo soy muy dado a pasar por el apartado técnico como quien salta un charco, con Enslaved me gustaría hacer una excepción. El apartado gráfico y la dirección artística son sencillamente sobresalientes. Y no lo digo porque Trip esté más buena que el pan de leche, que también, sino porque mirar a la pantalla y admirar los escenarios durante la gran mayoría del juego es todo un placer. No menos placentero resulta, por cierto, escuchar un doblaje (al inglés, no sé qué tal estará la versión española) maravilloso que termina de darle personalidad a un elenco de caracteres para el recuerdo. Especial contraste en este sentido con Dynasty Warriors 7, juego que he comenzado tras Enslaved, cuyo doblaje parece de coña. No menos buena que los gráficos y las voces de los personajes es la banda sonora del juego, que pese a mi sordera rítmica me ha calado lo suficiente como para mencionarla en este apartado.

En definitiva, Enslaved es un título excelente al que resulta imposible no echarle en cara lo que podía haber sido y no fue. Una aventura fantástica dominada exclusivamente por el carisma de dos personajes que, con un poco más de acierto en la dirección, podía haber trascendido mucho más. Al precio que se encuentra en estos momentos debería ser compra obligada para cualquiera que busque algo distinto en un videojuego, porque sí, pegar tiros y matar nazis a punta pala siempre es divertido, pero Enslaved: Odyssey to the West realmente te hace vivir la odisea que promete. Así que si eres capaz de mirar más allá de la oportunidad perdida, algo que duele y mucho, verás que aún así te encuentras ante una obra imponente.

Nota Enslaved

El juego, antes de que lo preguntéis, dura unas ocho o nueve horas y tiene la misma rejugabilidad que ver una película dos veces, es decir nula.

El formato físico como legado

PC Jesus y PSN