Retro Indiegencias: The Sex Machine

Escrito por en Indiegencias, Retro Amor - 10 noviembre, 2011

Leo vuestras quejas, que El Píxel Ilustre ya no es Ilustre porque hay mucha indigencia y pocas tetas. Pero que sepáis que existen indigencias con tetas, y además con el valor añadido de lo retro… Ya era hora de hablar en El Píxel Ilustre de ese misterioso “juego” que es The Sex Machine. Atención: Absolutely NSFW

Hace casi 20 años, cuando aún daban por la tele dibujos de Cobi y su pandilla, un amigo me llamó que en la tienda (la única tienda de videojuegos que había en el pueblo y que cerró poco después gracias a su mano ancha con la piratería) le habían vendido por 100 pesetas (sesenta céntimos de euro, para los jovencitos) un disquette que llevaba escrito en lápiz las tentadoras palabras “The Sex Machine”, algo irresistible para un chaval que acaba de entrar en la pubertad. Ese diskette contenía un juego guarro para Commodore Amiga ¡¡PORNO!! Claro que entonces no había Internet, y las únicas fuentes de pornografía para un chaval eran las revistas o intentar descifrar el codificado del Canal + entrecerrando los ojos. Ese diskette de 3 ½ se convirtió en un pequeño tesoro a proteger con nuestra vida si hacía falta. Todo sea por las pajas…

¿Y qué era The Sex Machine? Pues de juego tenía más bien poco, eran unas secuencias de animación bastante cutres de unos gráficos bastante realistas que parecían estar sacados de una revista o una película de la época, una época donde las actrices lucían un frondoso vello púbico y unas marcas blanquecinas indicaban las partes de la anatomía femenina que no veían la luz del sol. A vosotros, que tenéis el cerebro empapado de pornografía, quizás os parece cutre, pero a mí me recuerda las primeras veces que se me pusieron las orejas rojas cuando encontré las Playboy de mi padre escondidas en un armario del trastero. El juego consistía en dar al joystick (al que estaba enchufado al ordenador) p’arriba y p’abajo, llenando una barra llamada Orgasmatron (como la canción de Motorhëad) para llegar a un espectacular final. Divertido no era, pero precisamente no cargábamos The Sex Machine por la diversión que podía ofrecer, a pesar que el machaqueo del joystick (de nuevo: el que va enchufado al ordenador) llegaba a ser tan frenético que arrancábamos las ventosas con las que se fijaba a la mesa.

Os dejo una imagen para que vayais «abriendo boca», pero lo bueno lo teneis al final

Como sé que estas cosas os gustan, he buscado un enlace para emularlo y/o descargarlo y lo he encontrado aquí, pero creo que no funciona. Pero para vuestra algarabía, lo que sí he encontrado es un video del juego completo, algo que, todo sea dicho, no varía demasiado la experiencia de juego… Disfrutenlo:

Konjak resucita a The Iconoclasts

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