Análisis: Pocket League Story

Escrito por en Análisis - 18 enero, 2012


Queda una semana para la gran final y los Sun Rays, el famoso conjunto de uniforme rosa liderado por Andresito, no está totalmente preparado. Un mono, un oso y un jeque árabe, las estrellas indiscutibles del equipo, han estado entrenando de forma intensiva yendo a mercadillos y practicando meditación Zen, pero no es suficiente. El equipo necesita un refuerzo en el centro del campo y lo necesita ya, así que a falta de dos días de la gran cita, Andresito ha decidido fichar un nuevo refuerzo: un luchador enmascarado. Todavía con veinticuatro horas para que el arbitro pite el inicio del partido, el enmascarado fatal practica boxeo y kick boxing durante horas y horas, mejorando lo suficiente como para ponerse a nivel del resto de la plantilla. Parece que al final, después de todo, los Sun Rays sí que estarán preparados para el partido del siglo, el que les enfrentará a un equipo lleno de putos robots.

Suena raro todo esto de aquí arriba, ¿verdad? Pues este es un ejemplo del peculiar acercamiento al mundo de los «managers de fútbol» por parte de Kairosft, quienes en su día ya nos enseñaron lo fácil y divertido que era crear videojuegos, o lo que podían dar de sí los baños termales. Como os podéis imaginar no se trata, ni mucho menos, de un PC Fútbol o Football Manager al uso, sino de una nueva vuelta de tuerca a la fórmula que tantísimo éxito les dio con Game Dev Story, adaptada en esta ocasión al mundo del balompié. Lo cual, por si acaso está sonando lo contrario, no es en absoluto algo negativo.

Pocket League Story no cuenta con licencias de ningún tipo. No tiene equipos reales, ni jugadores reales, ni entrenadores reales, ni estadios reales, ni ligas o copas reales, ni modos de entrenamiento reales, ni siquiera normas futbolísticas reales. En su lugar tiene equipos como los «Hipsters» o «Pastafari», jugadores como los mencionados monos y osos, entrenadores como Sally Prin (una robot muy coqueta), estadios como el popular «Madrid Stadium», entrenamientos como el boxeo o la meditación, ligas como la «World League» (donde solo participan los mejores del mundo), y reglas como «si te doy una hostia y te tiro al césped te quedas ahí quieto un rato y te jodes». Además, los jugadores sólo cobran cuando juegan un partido (los suplentes se mueren de hambre), y para ficharlos hay que convencerlos únicamente a ellos, ya que están siempre libres de compromiso con otros clubes. Con todo esto en realidad solo quiero decir una cosa, y es que cualquier parecido con un simulador de gestión deportiva es pura coincidencia, por lo que puedes lanzarte a sus brazos pese a que el fútbol no sea lo tuyo.

El juego se divide en dos partes muy bien diferenciadas. En la primera tendremos que gestionar todos los aspectos de nuestro club, como sus instalaciones, su relación con los aficionados, sus tratos con los sponsors, o los entrenamientos especiales que llevarán a cabo nuestros jugadores estrella. En la segunda, básicamente, tendremos que ver como se desarrollan los partidos mientras lo único que podemos hacer es elegir si queremos que nuestros chicos jueguen al pelotazo o en corto. Ni que decir tiene que esta parte del juego, que nos ocupará un buen pellizco, llega a hacerse bastante aburrida. No ya porque al fin y al cabo nos limitemos a mirar lo que ocurre, sino porque por norma general los partidos terminan siendo extremadamente fáciles. Para que os hagáis una idea, mi resultado más habitual durante los nueve años de partida ha oscilado entre el 5-0 y el 10-0. Quizás es que la táctica 3-6-1 con pases en largo da muy buenos resultados, pero aún así, se me ha antojado demasiado fácil (y por ende aburrido).

Por suerte, Pocket League Story mejora bastante cuando no estamos «sentados en el banquillo» sino «en los despachos». Como en cualquier juego de estrategia, tendremos diversos «recursos» a nuestra disposición para gestionar a nuestro antojo. El dinero, como es lógico, lo obtendremos cada vez que ganemos un partido y nos servirá para pagar los salarios de nuestros chicos, fichar nuevos talentos a tocateja, y construir instalaciones. Los puntos de investigación, que obtendremos de las instalaciones o dependiendo del entrenador que tengamos tras un partido, nos servirán como divisa a la hora de negociar son nuevos sponsors. El amor de nuestros aficionados, obtenido de la misma forma que los puntos de investigación, sirve para llevar a cabo actividades que mejoren y aumenten nuestra hinchada. Y por último, los puntos de entrenamiento físico y táctico, obtenidos de la misma manera que los dos anteriores, serán indispensables para mejorar los atributos de los jugadores (que van de 1 a 1000). Total, que todo se reduce a un sistema de gestión muy sencillito y hasta cierto punto similar al del resto de títulos de Kairosoft, con el que tendremos que construir nuestro imperio del fútbol.

Por suerte Pocket League Story hace suya la máxima de «menos es más». Con esta mecánica tan simple en la que las negociaciones se llevan a buen puerto por simple insistencia y los torneos tienen lugar cuando nosotros pagamos para que se disputen, el juego logra crear un «universo futbolero» bastante peculiar en el que todos los engranajes encajan a la perfección. No quiere decir esto que cada pieza de la maquinaria sea perfecta, ya que algunas podrían girar mucho mejor o ser más bonitas, pero sí que unidas forman un conjunto homogéneo en el que ni los osos, ni las meditaciones zen, ni los astronautas que quieren representarnos desentonan lo más mínimo.

Pocket League Story es otra variante más de la misma droga digital que Kairosoft lleva años produciendo, y eso está muy bien. Por desgracia este nuevo modelo de pastilla no cuenta con el encanto del ya mencionado Game Dev Story o el punto de estrategia adicional de Hot Spring Story (por poner un ejemplo), por lo que pese a resultar terriblemente divertido y adictivo, no ha conseguido hacerme jugar mientras esperaba un semáforo o meaba en un baño público, como si hicieron los mencionados. Sí, yo puedo decir que he jugado a videojuegos mientras vaciaba la vejiga. ¿Y vosotros?

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PD: El partido del siglo contra los puñeteros robots terminó con victoria aplastante para los Sun Rays, que siempre dan lo mejor de sí en los encuentros importantes.

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