Do you like hurting other people?

Escrito por en Artículos - 30 noviembre, 2012

Iba a escribir un análisis de un triple A cualquiera, pero ante el revuelo creado alrededor de Hotline Miami no me queda más remedio que soltar la mía. Como diría Casillas, lo flipo. Lejos de la indignación, me sobreviene la incomprensión. Hacia el juego no (ya comentaré más abajo qué me ha parecido), sino respecto a los cientos de artículos que han enaltecido más allá de lo imaginable y comprensible el juego propuesto por Cactus Söderström y Dennaton Games. Elogios urbi et orbi, a tutiplén y, en algunos casos, by the sideburn. ¡Al barro!

Titulo este texto con la frase que te suelta el pollo hacia el final de la masacre, porque entiendo o quiero entender que allí reside el quid de todo el producto. La intentona de lanzar un aviso a la comunidad videojueguil sobre la violencia -a lo Funny Games pero en mal (os aseguro que, conociéndolo un pelín, a Haneke no le haría ninguna gracia la comparación)- consumible, no podría ser más fallida. No transgrede, no molesta; aburre hasta la solemnidad y llega tarde. Tarde y mal. El tiro por la culata. Que sííííí, que que queda muy guay eso de apartarse del modelo de eliminación justificada en pos de una moral intachable que tanto se esfuerza en predicar la industria del entretenimiento. Que síííííí, que es muy cool eso de no encontrar ninguna excusa para hacer el cabra pilotando al maniaco alucinado de turno. Y si lo haces en plan retro, mejor. No me jodas. Es muy ósom todo eso de asaltar locales por la cara y reventar a los presentes por puro hastío, cargado de drogas hasta las cejas y a ritmo de electro pop vs. IDM. Muy «modelno»… la hostia de transgresor (*). Me parto. Es que la sociedad está tan enferma, tan enajenada… ¡Excusas de quien no quiere o puede esforzarse en ver más allá, de aquel que se le agota el discurso porque no llega! Tan directo e inútil como aquellos que predican el discurso de la mano dura para erradicar la agresión. ¿Habéis jugado a September 12th? Pues eso.

Si tras tres décadas o más en las que al menos el 85% de los videojuegos consiste en matar -de una forma argumentada o no. Allí reside la mentira. Cuando hay violencia, la irracionalidad hace acto de presencia; ya sea acreditada mediante argumentos pueriles o por la cara, en el fondo da lo mismo- hay peña que ha tenido que llegar a la frase del pollo para pillar el mensaje, apaga y vámonos. ¿Que nuestra naturaleza es violenta? Y una polla. Interesa que pensemos así. Cierto es que hay una parte bruta y poderosa de nuestro ser que actúa así; lo hace a través del miedo (que, como decía aquel, conduce a la ira y tiene en la agresión su última respuesta). Y ese no es nuestro estado ideal. ¿Que estamos lejos de llegar a ese estado? I’m afraid so. Y no porque no poseamos el potencial para alcanzarlo. Estamos capacitados.

El miedo es el camino fácil. Hay infinidad de factores que influyen en ello; pero el más importante es el pavor que se le tiene a nuestra parte femenina. Tanto los tíos, más preocupados por su pose de gallito que de ser; como la tías, preocupadas por imitar al nuevo/viejo homo neanderthalensis y actuar desde el poder reconocido que es el inmaduro masculino. Que no es otra cosa que esa necesidad de dominar y controlar, consecuencia del miedo que surge de la desconexión de su femenino; que es la tierra, lo intuitivo, el cuerpo emocional, lo vital, lo sagrado… el desprecio hacia la conexión con los sentimientos y las emociones. Llamadme flower power si queréis, pero esto es así por mucho que les duela a los machos cabríos -del género que sean- que sueñan con ser alguien en el UFC o se flipan con el «esto es Esparta». Pero en fin, aparquemos este amplio tema y volvamos a HM.

«Fresco y original» son los dos adjetivos más repetidos en los textos con los que me he ido topando. ¿Fresco y original? Pues, una vez más, apaga y vámonos. Desde su temática, la mecánica, pasando por su ambientación hasta el tratamiento en plan oda a la violencia están trasnochados. Un juego del montón (ni de nueve o diez ni de suspenso; un cinco rascao’ o un seis si me pilla con el día p’allá) del que no hablaría si no fuese porque tanta alabanza ha sacado la cosa de madre. Que recurriese al Miami de los ochenta -¿Cuándo dejaremos de idealizar esa década?- fue lo primero que me agotó tras la primera toma de contacto. ¡Qué fácil! ¡Qué inútil! ¡Qué estrechez de miras! Volver al mismo punto que ya habían dejado diáfano Scarface, ese sueño húmedo para horteras de nueva pasta fácil y mente vaporosa llamado Miami Vice, GTA III (en menor medida) + Vice City y sobre todo la serie de documentales Cocaine Cowboys, entre otros muchos, me repite tanto o más que el Boys, boys, boys de Sabrina. O el Gangnam style, por decir algo contemporáneo. Que si los neones, que si las drogas, que si las palmeras, que si el ir pasado de rosca, que si el tequila sunrise, que si Tangerine Dream… ¡Todo idealización para pardillos! ¡Pardillos quiero y no puedo con el sentido de la estética en el culo!

Podría terminar hablando de algunos aspectos positivos -soundtrack, ritmo frenético, alguna cosilla de narrativa y otros aciertos relacionados con su jugabilidad- que no son pocos, o alabando la trayectoria previa de Cactus; pero permítanme que lo haga con un gran y sonoro bostezo.

(*) Tal y cómo están las cosas, con los Manhunt, Muslim Massacre, Call of Gears Medal Battlefield Black Ops Arma Six days in Fallujah, Mass Effect, Carmaggedon, Borderlands, Smash TV, Thrill Kill, Mad World, Postal 2, Conker’s Bad Fur Day, Super Columbine Massacre RPG!, Ethnic Cleansing, etcétera pululando por el patio, transgresores son Loom, Myst, el Fate of Atlantis, Minecraft, Professor Layton, Tetris, Portal,…

NOTA: Ayer vi Drive, por tomar nota de las constantes referencias, y me pareció un zurullo muy bien envuelto; como casi todo lo de Refn. Un wanabee de A quemarropa + Driver (la de Walter Hill) + Taxi driver lujosamente disfrazado de capítulo de Miami Vice con pasajes realmente ridículos y soporíferos. No me vale que contenga algunas imágenes de una belleza indiscutible. Lo mejor: Kavinsky. ¿Cine noir? Venga va, no me hagáis reír más de la cuenta.

Slayin

Descansa en paz, dulce príncipe