Rochard

Escrito por en Indiegencias - 27 noviembre, 2012


Que a estas alturas de la película, con la sobreinformación tanto de títulos independientes como de juegos comerciales a la que me someto por puro placer masoquista, siga llevándome sorpresas, es algo que me regocija hasta un punto que muy pocos podéis imaginar. Mucho más, si la sorpresa en cuestión es tan agradable como Rochard, uno de esos juegos independientes proveniente de algún «bundle» que casi todos tenéis en vuestra cuenta de Steam muerto de asco, al que por un motivo u otro nunca se le dio la oportunidad que merecía. Yo lo hice hará cosa de un par de días sin demasiadas esperanzas, y nada me alegra más que poder escribir hoy unas cuantas líneas diciendo (o intentando decir) cosas muy bonitas sobre él.

Rochard, como podréis ver en el vídeo que tenéis un poco más abajo, es un juego de plataformas, puzles y acción en dos dimensiones, en el que controlamos a una suerte de Super Mario del espacio al que en lugar de secuestrarle a la princesa, le tocan los cojones. Y claro, cuando a un minero espacial bigotudo y barrigón se le inflaman las partes nobles, agarra su herramienta multiusos que igual «te vale pa’ un roto que pa’ un descosío» y te salva la galaxia el solito. Ventajas de tener una ametralladora láser con lanzagranadas y dispositivo de gravedad integrado, supongo. Es de hecho esta, la llamada «G-Lifter», la verdadera protagonista del juego, ya que si bien comienza la aventura pudiendo únicamente levantar y lanzar objetos pequeños, terminaremos pudiendo disparar láser, lanzando tres tipos distintos de granadas, y usándolo como si fuese un látigo para agarrarnos a salientes. Casi nada.

A las numerosas posibilidades que brindan todas las prestaciones de la «G-Lifter» en lo que a resolución de puzles y plataformas se refiere, hay que sumarle que Rochard, que casualmente también es el nombre del protagonista, podrá alterar la gravedad a su antojo. Es decir, que en cualquier momento, pulsando «shift», podremos activar el típico efecto de gravedad lunar con todo lo que ello conlleva: saltos más altos, lanzamientos de objetos más lejanos o granadas flotantes. El sistema de físicas, además, acompaña fiel como un perro faldero durante todo el juego y demuestra ser mortalmente efectivo. Y si no que se lo pregunten a los más de cien enemigos a los que he matado lanzándoles cajones a la cabeza (lo sé de buena tinta porque hay un logro por esto).

Por curioso que parezca, otra cosa que Rochard hace estupendamente es saber cuándo terminar. Y es toda una alegría. Muchos videojuegos parecen no acabar nunca y, por desgracia, sus horas finales se me hacen tremendamente pesadas por muy bien que hayan estado al principio. Qué queréis que os diga, pero no pude evitar pensar «que se acabe ya esto, por dios» durante las últimas misiones de Mass Effect 3, por poner un ejemplo reciente. Rochard, con sus escasas cuatro horas (aunque se puede terminar en menos de tres), tiene la duración perfecta para un título de sus características, y a diferencia de muchos otros «indies» no intenta explotar las mismas mecánicas hasta la saciedad, sino que te va dejando disfrutar de ellas en dosis muy controladas.

Si he decido escribir sobre Rochard y dedicarle esta «indiegencia» es porque entiendo que puedo ayudar a convencer a alguien de que lo juegue. Y a mí, desde luego, me hubiese encantado que me diesen el empujón necesario para hacerlo hace un tiempo. Así que si lo tienes en tu cuenta de Steam, que es algo muy probable, no te lo pienses demasiado y échale un vistazo. Y si no, mételo en la lista de deseados y espera a las rebajas de invierno, porque volverá a estar muy barato y por cuatro duros podrás añadir un juego excelente a tu biblioteca.

Las rebajas de Steam matan a los indies...

Momentos Ilustres: Mass Effect 2