Crónicas Yé: Capítulo 2

Prevously on EPI’s Crónicas Yé: “El gordo se saca una mochila y te da a elegir un Pokémon inicial y cogí al típo Agua, Froakie” “Fuí a por la líder de tipo Bicho y mi Pidgey con tornado la partió la puta boca a ella y a sus cejas que me ponían nervioso a ritmo de chunda-chunda”  “No lo pensé mucho y elegí a Charmander y obtuve la Charizarita Y, su mega piedra.” “…pero por ahora no me quiere tanto como para evolucionar en Lucario […]. No sé qué más hacer ya para que lo haga. ¿Una pajilla?” “Me he pegado con mi amigo gordo del zurullo en la camiseta.”

Dejé atrás al gordo zurullos dándole la pana porque es pésimo entrenador. Su sueño es aprender a bailar y así no va a llegar lejos en la puta vida de entrenador PKMN. Yo creo que o se ha equivocado de juego o se cumple otro cliché, el de “blanco en serie de negros”. Cuando hay un blanco en una serie de negros, o es tonto o es el malo. En los videojuegos y dibujos animados pasa lo mismo con los gordos. En este caso el gordo es tonto. Algo que nos deja en mal lugar a los gordos.  Llevo un párrafo entero hablando del gordo. Pero era esto o la frustración de darle amor y pastelitos a Riolu y que no me evolucionase, y eso al final ha tenido un desenlace feliz. Lo del gordo no.

Avanzando por la Ruta 5 capturé al oso panda tan molón que salía por todas partes. Lo tengo pudriéndose en una caja. Llegué a un pueblo que tenía un castillito. Me di una vuelta por la zona y eso estaba más muerto que Yamcha o que muchos garitos a las 6 de la mañana. Así que seguí hacia el oeste. Vi un cartel de señalización. Al norte, Ruta 6 y al oeste, Ruta 7. Llamadme rebelde pero viniendo de la 5, fui por la Ruta 7 para saltarme el orden establecido. Craso error. Después de pasar por una plantación de bayas, objeto que no he usado en la vida, hay un Snorlax sobando en mitad del camino. El dueño del castillito vacío del pueblo anterior y otro chaval saben que la solución es tocar una flauta (literalmente, no en sentido figurado) llamada Pokefláuta, la cual tiene un señor rico por… la Ruta 6. Aún sabiendo la solución de antemano, los muy vagos hijos de puta delegan su labor en un niño de 10 años. Pronto me di cuenta que eso era algo normal.

Voy a obviar las partes de “les partí la puta boca” a los entrenadores porque eso es algo que ocurre constantemente. Llegué a la mansión de un rico usurero que te obliga a pagar 1000 monedas por entrar. Dentro sólo hay gente que te habla de cosas que no te interesan una mierda pero no te dan nada a cambio. En los jardines encontré la MO Corte y al perro que se le había escapado al dueño del palacio. Tras capturarlo con una estrategia que ni en el Civilization V, el Florentino Pérez del mundo PKMN me dio la PokeFláuta y vi unos fuegos artificiales con la amiguita que canta cuando habla. Aquí veo trío amoroso porque me dejó claro que quería pene y creo que mi vecinita rubia también va a querer mambo.

Confuso sentimentalmente volví hacia el Snorlax. Tras un pequeño paripé lo metí en una Pokebola y continué por la Ruta 7. En este camino hay dos cosas que me dejé para el futuro: Un castillo de batallas dónde ganas títulos nobiliarios cepillándote a gente, como el marido de la Duquesa de Alba, y la guardería dónde en un futuro dejaré un Ditto para ser follado por medio mundo animal. Al final del paseo encontré una cueva donde me temía que una horda de Zubats me rompieran el culo nada más entrar. Sobre todo por la información adjunta del lugar en el mapa.

Para entrar en la cueva me mentalicé con videos… «Come and get them!» con los Persas en el papel de los Zubat.

Sobreviví a las hordas y supe que la información era mentira. No vas a Ciudad Relieve dónde se encuentra el segundo gimnasio si no al pueblo de los fósiles a través de un desfiladero, llegando así a la región Kalos Costa. El becario del laboratorio ha sido secuestrado por unos tipos y de manera inesperada, vaya, encomiendan el rescate al niño de 10 años. Quizás porque avisar a la Guardia Civil es too mainstream. Ese becario estaba bajo la custodia de los terroristas de la región Kalos, los Team Flare a los que llamaré Team Flema para hacer el chiste. Lo importante de esta aventura no fue que lo rescatase o que me dieran un fósil para resucitar a un tiranosaurio aparentemente único y bastante molón. Lo mejor de esto es que decidí pasar de Riolu. Horas y horas con él. Dándole pastelitos. Haciéndole tocamientos. Pues lo mandé a la mierda y ocurrió lo inesperado.

Con esto aprendí dos cosas: los PKMN pueden ser como esas mujeres que cuando decides pasar de ellas es cuando te prestan atención. Y lo segundo es que tengo una planta muy chula en la terraza.

Devolviendo la normalidad al pueblo de los fósiles, pasé por un acuario que me llevaba a una playa y fui dirección Ruta 8 hasta llegar a la famosa Ciudad Relieve dónde conseguiría al fin la segunda medalla.  Pero antes visité la tienda de bicis para ver si me regalaban una por ser el cliente 10.000. Por desgracia era el 10.001 pero la bicicleta me la dieron igual si respondía a una pregunta nivel LOGSE. Elegí la bicicleta verde y montado en ella subí la montaña en dirección al gimnasio. Por el camino el líder me regaló la MO Fuerza sin motivo aparente y me dijo que a ver si nos veíamos para darnos con unas toallas enrolladas en el culete.

Nada más lejos de la realidad. Era para retarnos con nuestros Pokimans. El gimnasio era una montaña por lo que deduje que la cosa sería del tipo Roca. La escalé y arriba del todo estaba él, con su peinado extraño que parecía emular un risco. O algo. Con mi inicial de agua, Frogadier, le pasé por encima, pero hubo algo que me llamó la atención. Usaba PKMN prehistóricos. De hecho, usaba el tiranosaurio y el diplodocus que te ofrece el becario rescatado en la cueva, que se suponían fósiles únicos.

El hijoputa del becario le dice lo mismo a todo el mundo.

Enfilé la Ruta 9 y aquí acaba la Crónica Yé. El camino hasta la segunda medalla es bastante largo en el juego. Pero ya puedo dominar bichitos de nivel 40. ¡Qué guay! Nos vemos en el próximo capítulo dónde puedo avanzar despedidas, más medallas y Pitbull.