Sonic who.

Retro Amor: Crash Bandicoot

Escrito por en Retro Amor - 14 octubre, 2014

Hay varias épocas tanto o más oscuras que el tracto rectal de Rouco Varela dentro del mundo del videojuego. Una de ellas se inicia con la puesta en escena de las consolas de 32 y 64 bits, sucesoras de mastodontes como Mega Drive, Super Nintendo o Neo-Geo, quienes nos hicieron babear durante años con maravillas pixeladas. El caso es que a mediados de los 90 muchos juegos supusieron patadas en los hocicos del buen gusto, y bastantes de los que por entonces parecieron apañados ahora dan la sensación de ser abueletes reumáticos. Sin embargo, Crash Bandicoot emerge entre toda esa maraña de juegos rotos y reivindica sus buenas maneras mientras mira con desdén a la pila de mierda sobre la que se sustenta.

Y es que a veces, cuando me da por hacerme pajas mentales pienso en una hipotética PlayStation que, lejos de “sucumbir” a las tres dimensiones, centrase sus bondades en refinar la estética y las mecánicas bidimensionales. Neo Geo dejó el listón altísimo con muchos de sus títulos y de hecho Saturn iba a continuar por la senda con la que fantaseo (si alguien duda de ello siempre puede echar un vistazo a Princess Crown), pero Sony sabía dónde se encontraba la calderilla y optó por la moda poligonal. Moda que, irónicamente, SEGA ayudó a expandir en los salones recreativos con joyazas como Virtua Fighter.

crash 4

 

El caso es que todo esto nos trajo el siempre nefasto periodo de transición entre generaciones, con juegos chuscos a cascoporro y el agravante que suponía el tener que modificar o inventar una burrada de conceptos gracias a la masificación de las tres dimensiones. Un genio como Miyamoto se dedicó a dar clases de maestría y sentó las nuevas bases a seguir con su enormísimo Super Mario 64, pero en la otra punta se situaron bodrios como Bubsy 3D. Si algo nos dio el primer lustro de los 90 fueron mascotas plataformeras con menos carisma que Naranjito, y desgraciadamente la mayoría o bien no dieron el salto o bien se pegaron un hostión descomunal ante tanto polígono.

Por el contrario, los señores de Naughty Dog, aún sin llegar a las cotas de excelencia nintendera salieron airosos del envite. Sony, a diferencia de sus competidores no disponía de monigote que representase a su consola, por lo que el bándicut les acabó viniendo de perlas para ocupar dicho hueco aunque fuese de manera extraoficial. Tal fue su popularidad que de hecho y si mal no recuerdo haber leído en alguna revista de la época, incluso se rumoreó con hacer a Crash el símbolo de PlayStation. El caso es que nada de esto fructificó, por lo que acabó compartiendo protagonismo con los Kazuya, Lara Croft y cía.

crash 3

Entrando en materia a la vez que voy dejando las cosas claras: Crash no hizo absolutamente nada nuevo; ese papel quedó reservado para Miya-san. No obstante, Crash Bandicoot se muestra como un juego bastante sólido, que tira descaradamente de numerosas influencias y que, sobre todo, sigue siendo terriblemente divertido. Vale que podemos movernos en tres dimensiones, pero por una parte los caminos son lineales a más no poder y por otra cuentan con un radio de acción bastante limitado, donde prima el simple “tira p’alante y no mires atrás”… Y aún así, todo lo hace bien, trasladando el plataformeo puro y duro de los 16 bits a entornos poligonales donde prima el temple a la hora de saltar ese foso antes de que la piedra sobre la que estás se hunda en el fondo de un abismo. De hecho, es tal la influencia de la generación anterior que las gentes de Naughty Dog no se cortaron un pelo a la hora de incluir bastantes fases de desarrollo lateral igual de exigentes que sus hermanas de sangre, donde entre salto y salto se prima la recolección desmesurada de manzanas que nos ayudan a ganar vidas o el reventar cajas tanto “normales” como otras que activan a aquellas que son invisibles (hola Super Mario). Y bueno, como último trololazo siempre se pueden recoger una serie de gemas para descubrir el final bueno (qué tal, erizo marginado).

Todo ello se lleva a cabo en un ambiente con influencias seudoaztecas de pegatina, donde prima lo cartoon en los decorados, las expresiones de Crash y los diseños de los enemigos (mención especial a los facilones jefes finales). También tienen su hueco los geniales guiños aventureros a Indiana Jones, los cuales alcanzan su cénit en las fases en las que somos perseguidos por enormes bolas de piedra que emulan a las que aparecían durante una mitiquérrima escena de En Busca del Arca Perdida, y que no hacen sino redondear al conjunto a la vez que dan un poco de variedad al desarrollo del juego.

crash 1

El primer Crash Bandicoot sigue siendo un señor juego. No buscó nuevas soluciones ni llegó al nivel de otras obras cercanas en el tiempo, pero continuó de manera acertada y sin complejos una forma de entender las plataformas dentro del videojuego. Aparte, ha envejecido a las mil maravillas y aunque no te vaya a dejar con el culo roto, sigue teniendo esa capacidad de divertirte durante unas cuantas horas. A mí, desde luego, poco más me hace falta.

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