Aunque tengo más lagunas de las que quisiera, muchos son los juegos que se me ocurren para definir cómo ha ido mi vida en este mundillo desde que probé aquel lejano Keystone Kapers en una Atari 2600. Pero eso no es más que mi visión, y al igual que las vuestras probablemente difiera de lo que viene siendo un hipotético canon del videojuego en el que se encuentren esas joyitas que, se mire por donde se mire, han guiado al resto de producciones marcando tendencias, creando estilos, mecánicas y en definitiva: petándolo. Pac-Man probablemente sea uno de sus ejemplos más claros, y lo cierto es que a pesar de ser el representante supremo del ilustrismo, nunca le habíamos dedicado un texto.
Nacido según cuenta la leyenda confirmada por su autor como una pizza a la que le faltaba un trozo, la casi bola amarilla de Namco llegó a los arcades japoneses y acabó conquistando sin despeinarse los mercados norteamericano y europeo. Lo gracioso es que en un coto que a inicios de los 80 estaba mayormente reservado al público masculino, Toru Iwatani y su equipo idearon al comecocos como un juego con vistas a atraer a las féminas. El tiempo dictó sentencia, la cosa se le fue –para bien- de las manos y cientos de miles de personas a lo largo y ancho del mundo se acabaron dejando los cuartos en un título que incluso hoy sigue aguantando más que bien el paso del tiempo.
Pac-Man basa sus mecánicas en dos elementos enfrentados: comer y evitar ser comido. Para lo primero nuestro avatar debe tragarse todos los puntos que se encuentran repartidos por el laberinto que compone cada una de las fases; para evitar el segundo supuesto tenemos que esquivar a los fantasmas que recorren los pasillos. Es aquí donde se ve la brillantez del reducido equipo de Iwatani, ya que en un mundo todavía bastante virgen en cuanto a propuestas mecánicas se les ocurrió que cada uno de nuestros enemigos debía seguir un patrón diferente a la hora de querer acabar con nosotros. A su vez y teniendo relación con lo anterior, cada uno de ellos poseía tanto un nombre –Blinky, Pinky, Inky y Clyde- como un color diferente que concordaba perfectamente con la idea de diferenciarlos entre sí a la vez que los oponía a nuestro Pac-Man. Con todo, en otra buena vuelta de tuerca nuestro papel de animal que huye de sus depredadores puede verse transformado si recogemos algunas de las pildorazas de a saber qué droga repartidas por las pantallas, las cuales downgradean a nuestros rivales y nos ponen en el papel de cazafantasmas, obteniendo así unos segundos de inmunidad en los que podemos arrasar con todo. Esto no hace sino redondear en su sencillez el conjunto del juego, uno fácil de aprender, con unas metas bien claras desde el principio y que sin embargo es difícil de dominar y por supuesto de acabar…
Si es que se puede, ya que por todos es conocida la existencia del nivel 256. Técnicamente el título de Namco tiene 255 fases, pero debido a un bug grotesco más digno de Ubisoft que de otra empresa, al llegar a la siguiente pantalla esta se divide en una parte perfectamente normal acompañada de otra en la que no podemos ver más que un batiburrillo de símbolos, números y letras. Con todo, podemos campar a nuestras anchas por ella mientras vamos incrementando nuestra puntuación, ya que existen varios puntos escondidos que se pueden recoger y se regeneran aunque muramos, pudiendo así repetir la operación unas cuantas veces dentro de lo que –para un servidor- supone la mejor representación involuntaria del jodido infierno dentro de un videojuego. Y es que hasta metiendo la pata sin querer, a Iwatani y compañía les quedó bonito el cotarro. Tanto que a partir de su salida reventaron todo en los arcades y en las versiones domésticas (aunque, bueno, también hay conversiones-bodrio), creando uno de los iconos más reconocibles del mundillo, el cual dio pie a numerosas secuelas que llegan hasta nuestros días.
Y desde luego, si tienen la misma pinta que esta, que así sea por muchos años.
<3 <3
Solo te ha faltado mencionar la anécdota "Puck-Man".
Por cierto, ya que pones un enlace a una partida de Championship DX, yo el la lista de Gotys del año pasado metí a Pac-Man Championship Edition DX+ (steam) porque es un juego absolutamente alucinante que demuestra que un buen arcade sigue siendo tan divertido y tan enviciante como hace 30 años
Pues precisamente me lo regaló ayer notelies y JODER, vaya puta maravilla de juego.
Ya que estamos mencionen todas las sagas, pacman land 1 y 2, pacmanía, pacman jr y mspacman, pacatack, pacman world …
A mi me encantaba Pacland. Eso si, era putisimo, el control no era nada fino con esos pedazo derrapes, y te dejabas la muñeca y los dedos saltando las putas piscinas
A mi también de hecho fue el primer juego de pacman que me atreví a jugar y me gustaba porque me hacia recordar al cartoon que si bien era cutrisimo, le tenía buenos recuerdos. Su secuela ya no era arcade sino mas bien una aventura gráfica tipo scumm para sega génesis
Hasta donde llega mi memoria, Pac-Man es el primer juego al que jugué. No debía tener más de 4 o 5 años (1983-1984) y lo tenían en una cafetería de la localidad costera donde veraneaba. Eso sí, tardé bastantes años en saber que se llamaba Pac-Man, para mi, y para muchos más, era el ComeCocos
Me has hecho recordar un corto en el que penitentes de la salutación de Málaga escapaban de un pacman gigante. Los cocos eran los nazarenos. Lo mas gracioso es que después de comerle a uno sorbia su capa como spaghetti
Waka-Waka-Waka
¿Cómo diablos pensaban que Pac-Man iba a atraer féminas?¿Qué tiene de especial para las mujeres?
Magnetismo pacanimal
En la entrevista que enlazo en el texto está explicado. Es un poco lol todo, pero bueno.
http://www.wired.com/2010/05/pac-man-30-years/
De hecho yo lo veo totalmente coherente. Solo hay que buscar paralelismos con las recreativas de España, donde las chicas solían jugar normalmente a juegos no violentos como el Pang y el Puzzle Bobble.
Pedazo juego, durante años se llamó al hecho de jugar a videojuegos jugar al comecocos.
Bufff pac man mi hija de 6 años lo adora. Cuando fui a una presentación del juego en barcelona la sacaron por la tv.
A mí aún me retumba en el oído esa cancioncilla del anuncio «comecocos, comecocos, comecocos de atari…»
Quiero destacar la animación que salía cada tres pantallas (ya sé, decir «pantallas» es más antiguo que un retablo benedictino), de las cuales, por mi propia mano sólo llegué a ver la primera, en la que Pacman huía de un fantasma (o coco) y al salir de la pantalla volvía perseguido por el primo zumosol de nuestro 5/6 de círculo amarillo, y la segunda, en la que parecía que iba a ser lo mismo, pero en el camino el coco se engancha con un clavo y se queda en paños menores. Nada digno, pobrecico.
Ay rediós qué lagrimones.
Y por cierto, a quien interese, aquí va mi vis personal del juego:
http://nubus.deviantart.com/art/Eating-the-eater-568988607 (es que no sé poner imágenes)