A veces sabes que un videojuego te está mintiendo y que esconde algo. Si la sorpresa final merece la pena, el jugador puede perdonar lo que sea. Si lo resuelve de forma torpe y el resultado no merece la pena, el jugador se siente estafado y siente que ha perdido el tiempo y que sus acciones dentro del juego no han servido para nada. Ananke te engaña, pero su atmósfera consigue que no sientas que estás perdiendo el tiempo y te guarda una sorpresa final que vale los 20 o 30 minutos que puede llegar a durar la partida.
Controlamos en primera persona a Rhea, la nueva empleada de limpieza de una empresa consultora. Por mucho que pregunte a los empleados, Rhea nunca se entera de qué actividades desarrolla la empresa. Durante el juego podemos ir limpiando la oficina durante nuestras dos horas de jornada laboral y, mientras tanto, hablamos con los empleados, espiamos sus emails, miramos las notas colgadas de los tablones, miramos discretamente lo que ocurre en las reuniones y damos largas a algún baboso. La combinación de trabajo rutinario con la exploración de la misma oficina durante varios días seguidos le da un ambiente interesante y desconcertante al juego.
No voy a hablar del desenlace, descargad el juego en GameJolt y lo veis vosotros mismos.
Vía Game Jam Curator, otro blogazo imprescindible para indiegentes.
Me ha gustado. Da para historia de introducción de una aventura más grande.
Las animaciones son fluidas y los personajes carismáticos, con especial mencion a Eva y Ballantine; con mucho movimiento de cara, parece que hubiesen cogido al Stan del Monkey Island (del primero) y le hubiesen metido en este juego hecho con Unity.
No está mal. Me ha gustado bastante más el desarrollo, el clima generado y la parte de «investigación», que el desenlace propiamente dicho. Pero en definitiva, lo que cuenta es que la idea es buena y está plasmada con bastante buen gusto (la oficina da bastante mal rollito, la verdad). Y al igual que Lagunasanz, yo también me he acordado del gran Stan viendo algunas animaciones.
PD: Me declaro un total inepto a la hora de cambiar la bolsa de las papeleras.