El año que acaba de palmar ha sido una mierda. Puede que los yanquis ahora tengan a Trump, pero España tampoco aprende y seguimos gozando de la presencia de Rajoy. Mientras tanto, nos mandan los regalitos sembrados hace años en Oriente Medio en forma de atentados. Y, bueno, como todos los años, ha muerto gente guay que, o bien os ha marcado, o bien habéis empezado a escuchar hace poco (torrent de Greatest Hits mediante, que nos conocemos).
En esto de los jueguitos hemos tenido de todo: desde innovaciones para el móvil que se quedaron a medio camino (algo en lo que muchos discreparán) hasta vueltas exitosas a lo retro, pasando por secuelas de éxito y virguerías indiegentes. En esta humilde casa os hemos preparado una pequeña selección de lo mejor del año. Sabemos que no están todos los que son, pero desde luego sí aquellos con los que hemos disfrutados como gorrinos.
Es muy fácil decir cosas malas de Pokémon GO. Es un juego muy limitado, las actualizaciones son escasas y decepcionantes, ha funcionado mal durante semanas, se ha desinflado con el mal tiempo, la prensa ha hablado de él desde el sensacionalismo y ha dado titulares bochornosos durante todo el verano.
Todo eso es cierto.
Pero también es verdad que ha sido uno de los fenómenos más bestias y más relevantes de la corta historia de los videojuegos. Pokémon GO ha inventado nuevas formas de jugar (en la calle, en movimiento y en manadas) y ha servido para ratificar que la palabra «gamer» ya no significa nada porque todo el mundo juega cuando algo le interesa de verdad.
Me gustaría que me dieran más motivos para seguir jugándolo, pero los nuevos bichos y las mejoras llegan con una lentitud desesperante. Quiero jugarlo, pero no me da motivos para hacerlo. Nintendo y Niantic no han sabido mantener el interés por su juego, pero la huella que han dejado en 2016 es impepinable.
Game Freak ha celebrado los 20 años de Pokémon destrozando sin contemplaciones varios pilares de la saga. En la región de Alola no hay gimnasios, líderes ni medallas. Tampoco hay que aprender movimientos como «Golpe Roca» o «Fuerza» para poder moverse por el mapa.
La diversidad de Pokémon en Alola es abrumadora desde el primer momento y puedes formar un equipo variado y divertido en las primeras horas de partida. Las formas regionales de Alola han abierto un melón enorme y los ataques Z han cambiado el juego tanto como las megaevoluciones de X/Y y Rubí Omega/Zafiro Alfa. Y, por encima de todo, las islas y sus pueblos están más vivas que ninguna otra región de Pokémon.
La sensación de exploración y descubrimiento compensa toda la información que publicó Nintendo en el último año y todas las filtraciones que se produjeron después de la Demo. Con Pokémon Luna me está pasando todo lo contrario que con Pokémon GO: me sobran estímulos para seguir jugando.
Mi forma de jugar sigue siendo la misma: me monto películas y le cojo mucho cariño a los Pokémon que capturo y a los que me acompañan durante toda la aventura. Sin embargo, mis intereses dentro del juego se han multiplicado. Las últimas entregas de Pokémon animaron a los jugadores a interesarse todavía más por comprender las tripas del juego: cómo se cría, cómo se capturan Pokémon variocolor, cómo se construye un buen Pokémon competitivo.
El juego es cada vez más accesible y más atractivo para nuevos jugadores, pero también invita a los fans de toda la vida a exprimir más cada nueva edición. Hay que tener mucho talento para seguir transformando Pokémon después de dos décadas.
No me di cuenta hasta la pubertad de todo lo que me perdí de pequeño (aunque también gané por otras partes) al haber antepuesto Mega Drive a Super Nintendo. Sobre todo en el terreno RPG, ya fuesen por turnos o mediante sablazos en tiempo real.
Creo que Hyper Light Drifter me ha hecho sentir como a más de uno hace 20 años, mientras repartía mandobles con Link o Ark resolviendo mazmorras. El juego de Heart Machine no es que pida tanto darle al coco como en algunos pasajes de los Zelda, sino que más bien se centra en repartir espadazos y balas a partes iguales mientras esquivamos pequeñas hordas de enemigos.
La estúpida moda reciente de comparar con Dark Souls cualquier juego que sea mínimamente difícil puede llevar a equívocos con esta maravilla, porque por una parte no es tan jodido y, por otra, considero que su sistema de combate posee más similitudes con Bayonetta que con los títulos de From Software. Aparte, aquí también prima rebuscar en cada esquina del abstracto mapa o perdernos dando vueltas disfrutando del paisaje mientras escuchamos de fondo la banda sonora de Disasterpeace.
Hyper Light Drifter es genial como pocos, tiene nervio, pero también momentos de descanso, belleza, decadencia y algún que otro lanzamiento del mando contra el sofá, pero sin llegar a romperlo.
La ilusión que generó Nintendo con este revival ochobitero bien vale un puesto entre los más destacados del pasado 2016. Ni siquiera sus más que discutibles «peros» (imposibilidad de ampliar la colección de títulos y una longitud de cableado insuficiente) ensombrecen esta diminuta y coqueta joya; que exhibe treinta clasicazos virtualmente idénticos a los originales, una velocidad de respuesta acojonante y la posibilidad de grabar en cualquier momento, todo en la palma de tu mano, a cambio de un precio goloso. Ojalá se amplíe la familia Mini con las sucesoras de NES, las queremos todas.
Dado su estreno a bombo y platillo en Wii U, la versión en 3DS apenas generó el ruido que merecía. Una pena, ya que es la versión buena por varios motivos. El primero y más obvio es por lo bien que le sienta al juego a esta consola.
Sigue contando con un editor a prueba de manazas manostijeras y una curva de aprendizaje muy bien parida. Otra razón es la imposibilidad de subir a la nube nuestros niveles; eso sí, nos permiten compartirlos mediante conexión directa con amigos. Parece un punto negativo, pero no lo es (negativo es que no hayan incluido skins de Super Mario Land, por aquello de ser portátil).
Se acabó eso de descargar mierdas creadas por cualquier memo descabellado; aquí sólo hay niveles de calidad y todo el tiempo del mundo para que tú planifiques y ejecutes el mejor circuito posible sin distracciones. Aquí la única nube que vas a ver es la de Lakitu. Recordad, no compartir a lo loco es revolucionario.
Y ojo que no se cuele entre los mejores del 2017. Rockstar mantiene en plena forma el online del videojuego de los récords, añadiendo cosas tan cuquis como carreras con power ups que convierten las motos en tanques. Su insaciable voracidad en las listas de los más vendidos refleja, mes tras mes, el mimo que se ha empleado en realizar esta obra en continua expansión.
Que el año 2012 en esta Ilustre Casa, propensa a alabar las indiegencias, Dishonored se hiciera con el GOTY Ilustre nos dice mucho de las virtudes de ese juego. Cuatro años después hemos podido disfrutar al fin de su segunda parte, una secuela que, como suele pasar en los videojuegos, nos ofrece más de lo mismo pero mejorado.
La opción de poder decantarnos por Corvo, que mantiene básicamente los mismos poderes que en la primera parte, o por Emily, con nuevas habilidades, multiplica por dos la rejugabilidad de un juego que querrás volverte a pasar antes de haberlo acabado por primera vez.
Quizás ya no sorprende tanto como la primera parte, pero cuando llegamos a la misión «una grieta en la losa» no nos queda otra que quitarnos el sombrero y brindar a la salud de Arkane Studios.
No os dejéis confundir. No es «otro clon del Minecraft«. Poco a poco, Dragon Quest se está convirtiendo en las galletas Oreo del videojuego: todo se puede mezclar con Dragon Quest y el resultado está mejor de lo que podría esperar.
Por eso la mezcla que resulta de Dragon Quest Builders resulta muy entretenida y terriblemente adictiva. Los elementos de misiones y los personajes y monstruos diseñados por Toriyama le aportan una identidad propia que no tienen otros juegos similares. Y repito: es terriblemente adictivo. Y totalmente libre de niños rata.
¡Al fin llegó! ¡El Blockbuster de la Plei 4! Y al menos a mi no me decepcionó: graficazos, muchos mercenarios dispuestos a morir por la causa, explosiones y persecuciones perfectamente scripteadas y excursiones por la sabana africana montados en un jeep indestructible. El juego de acción contemplativa por antonomasia en su máximo exponente. Y además sale Crash Bandicoot… ¡qué más queréis!
Hay que tenerlos gordos y peludos para intentar afrontar un juego como este en un par de párrafos teniendo en cuenta que, casi un año después de su lanzamiento, todavía no se han comprendido muchos de los dilemas que plantea. Primero por tener que digerir el que posiblemente sea el mejor diseño de escenarios para un videojuego, cuyas capas de profundidad lúdica pueden provocar una embolia al 90% de los jugadores; y después, por algo tan obsceno como presentar lenguaje no verbal que aprendemos de forma natural a base de introducir progresivamente nuevos signos en los putos paneles con cuadrículas que pueblan la isla, y que bien podrían parecer inofensivos crucigramas para jubilados.
The Witness es un viaje cuya recompensa por recorrer el camino, más allá de engordar nuestro afán de superación y hacer arder nuestro cosmos interior como una sarasa mitológica vestida de oro y añil, es intentar que de alguna forma trascendamos mediante mensajes crípticos y moralejas ambiguas. Al inicio de esta exposición me remito: igual no entiendo una mierda de lo que me quería contar este señor y me he quedado en lo más trivial aun cuando considero que he ahondado más de lo que hubiera imaginado en su propuesta. No todos los juegos te hacen sentir listísimo y gilipollas al mismo tiempo.
Tu puta madre Jonathan Blow, tu puta madre programando de pie.
Creo que he jugado a Rainbow Six Siege más horas que a cualquier otro videojuego de este año, por delante de Dark Souls III y Pokémon Sol/Luna. Y han sido mucho más productivas.
Pocos FPS multijugador han cambiado tantos aspectos del género como esta maravilla de, sí, Ubisoft. Y sí de nuevo: soy consciente de que se lanzó en diciembre de 2015, pero como durante 2016 ha crecido hasta convertirse en uno de los juegos más jugados de Steam y hasta ser a lo único que juego semana sí, semana también, aquí está como mi particular GOTY.
La infame empresa – que ya no lo es tanto – ha dado al mundo un juego de tiros donde las paredes no te cubren. Las balas pueden romperlas o atravesarlas, de modo que tienes que planear una estrategia en torno a las debilidades estructurales de cada mapa: ventanas, puertas, techos, suelos…
Por todo ello, hay que ser más paciente e inteligente que el enemigo, ya sea con las trampas particulares de tu personaje (si te toca defender) o sorprendiendo y puteando (si vas a atacar). Pocos FPS recompensan el estarse quieto y planificar las cosas con el equipo que el ser rápido y tener reflejos con la ametralladora.
Oh, sí: el equipo. Al jugar 5 contra 5, es clave entenderse con los demás jugadores, que si no son idiotas, saben qué estrategia puede funcionar y qué clases combinar. Aquí no hay tanques ni support como tal: hay gente que tira muros, que fortifica puertas, que usa un dron para chinchar o que impide que te comas una granada calve. Con comunicación, este juego es una obra de arte que debería robar la Iglesia católica. Sin ella, es un milagro que la gente se entienda tan bien en tan pocos segundos.
Por último, tengo que alabar que, con apenas tres minutos por ronda, algo consiga inyectarme semejante dosis de tensión y miedo, algo que no cambia por muchas 258 horas que lleve a mis espaldas. Tensión de esperar a que los enemigos ataquen tu fortín defensivo y miedo cuando eres tú quien lo hace y sabes que serás vulnerable si cometes el más mínimo error mientras avanzas.
Overwatch será divertido y ligero, mientras que Rainbow Six Siege es sufrido y pesado, pero este último ha transformado, al menos para mí, la manera en la que juego a un FPS online. Desde Counter Strike y Modern Warfare no ha habido nada igual, y no os exagero lo más mínimo.
Blizzard te mete en el mismo bol un shooter online estratégico, personajes que podrían ser mascotas de cereales, cajas sorpresa que desesperan y el ingrediente más importante: waifus. Lo remueve a saco y les sale un puto juegazo con esa varita mágica que tienen.
Su premisa es sencilla: proteger una zona o empujar un carrito. A esto sumale que si trajecitos, que si niveles, que si españoles insultando por chat, que el juego muestre tus logros de la partida y puntúen tus propios compañeros o hacer una jugada destacada que las doce personas de la partida puedan ver al final de esta (subidón cuando es la tuya… y es buena de verdad). Maravelloso.
Por ahora tienes 23 héroes a usar, cada uno con habilidades muy distintas, y multitud de escenarios que no terminan de cansar. Blizzard continúa trabajando en el título y sigue añadiendo personajes y escenarios: el más reciente fue hace unos días. Para mi su punto más fuerte es, sin duda, el de jugar con amigos.
Normalmente cualquier juego online con amigos es más mejor pero este me ha llevado a un nivel en el que tenemos una jerga propia de la premade de seis que solemos jugar y de tener ganas de aplaudir cuando nos sale una estrategia a la perfección y no vamos cada uno a nuestra bola. Vivan mis partidas nocturnas. Vivan mis ojeras en el curro. Gracias Blizzard.
Está guapísimo.
Muy bien Square-Enix, pero brutal Koch Media. Es la hostia. Yo le daba un 30 de nota, que para mi son tres dieces. Espectacular. Vaya gráficos. Vaya coche más guapo. Qué equipo más varonil. Qué molón el protagonista Sasuke Uchiha. Qué elegancia premiando la paciencia de los jugadores con parches que arreglan bugs al mes de salir el título. Así sí.
Tengo el juego precintado aún pero vaya, que es el repollón. De los que tengo ahí sin abrir, es el primerito. El primerito que abriré cuando me pase otros cuatro juegos. Pero comprarlo. Comprarlo a saco. Es el mejor juego de la historia.
Koch Media sois los mejores. Pasarme juegos.
¿Y los juegos de Andresito? ¿Y los de Kirkis? Vaya lista.
Estais vivos!! Bieeeeeeeeeen.
Mi juego del año: Forza Horizon 3
Para variar voy con lag en los juegos así que diré lo mejor que he jugado yo en 2016: The Witcher 3 y The Wonderful 101.
Falta el tag «Un abrazo Koch Media»
Me quedo con el análisis de FF XV, eso es #elpixelilustre, como se os extraña.
La primera lista donde no veo ni Inside ni Firewatch. EPI is different.
Pues lo peor es que estaba previsto incluirlos, pero al final sus autores no escribieron en el post xD.
Un verdadero placer volver a leeros. Me he emocionado y todo :_)
Esos párrafos valen para bordear a The Witness pero es que el juego valdría para un blog entero. Para mí, no solo lo mejor del año sino de lo mejor de la década. Un juego muy valiente y que no me canso de recomendar. Parecido a la primera experiencia de Portal 2 porque hace pensar de forma única y por los fuegos artificiales en tu cabeza. Maravillosamente estimulante. Quiero olvidarlo cuanto antes para poder volver a jugarlo pero por desgracia pasarán años hasta que pase y hay cosas que no olvidarás nunca. Es como cuando deseas no haber leído un libro para disfrutar de sus sorpresas como si fuera la primera vez. Este año fue polémica por su precio pero os aseguro que vale cada céntimo del juego. Y pasará mucho tiempo hasta que se convierta en juego de culto, pero es una autentica pasada de diseño de escenarios. Le escribí un análisis en Steam y todo!
Y digo todo esto con cerca de 250h jugadas al Overwatch.
On ta DOOM?!