Mi primer RPG fue Diablo, que salió en 1996 pero yo jugué en el 97. La edición en caja de cartón tenía un precio prohibitivo de, si no recuerdo mal, 8500 pesetas (unos 52 euros al cambio), por lo que me tuve que conformar con una versión pirateada que venía junto a muchos otros juegos de la época, dentro de un Tatoo o un CD-Mix. Esta versión ripeada del juego, sin embargo, tenía un problema: venía sin escenas de vídeo, que por aquel entonces solían ser lo que más espacio ocupaba dentro de los CDs y, por tanto, lo primero que se recortaba en pos de apelotonar más títulos dentro de esas mixtapes interactivas que tan populares se hicieron a finales de los noventa. Es por este motivo que, cuando por fin asesté el golpe de gracia a Diablo, en lugar de ver la escena de vídeo correspondiente, vi un corte a negro al más puro estilo Los Soprano. Varios segundos después volvía a estar en Tristán, sin tener ni idea de lo que había pasado, listo para seguir matando esqueletos y recogiendo monedas del suelo.
Un año después de este sinsabor narrativo con Diablo, llegó a mi vida Baldur’s Gate. Y llegó en todo su esplendor: con sus cinco CDs intactos y un manual de instrucciones precioso. El juego de Bioware intentaba parecerse lo máximo posible a una partida de rol de lápiz y papel y, aunque presentaba limitaciones evidentes, permitía llevar a cabo una serie de acciones que, para los que pensábamos que el rol consistía en recorrer mazmorras matando orcos y recogiendo oro, resultaban delirantes. En Baldur’s Gate podías hablar con cualquier NPC, pero también podías robarles o matarlos. Incluso podías encantarles con un hechizo o ponerlos a dormir. También podías recorrer ciudades enteras, abriendo todas las puertas, allanando todas las casas. ¿Que alguien daba la voz de alarma? Tocaba lidiar con la guardia. Y, de nuevo, podías intentar sobornarles, dejarte capturar o enfrentarte a ellos. Si querías, podías convertirte en la persona más odiada de toda la Costa de la Espada a base de matar guardias y huir de la justicia. Todos hemos tenido esta sensación de libertad abrumadora con algún videojuego. Para muchos, posiblemente fue con Ultima VII o The Elder Scrolls: Arena o incluso con The Elder Scrolls: Skyrim, pero para mí fue con Baldur’s Gate.
Tras Baldur’s Gate vinieron muchos otros RPGs muy buenos, en algunos casos incluso mejores, pero esa sensación de libertad casi paralizante solo la volví a experimentar una vez más. Lo recuerdo como si fuese ayer. Estaba en tercero de la ESO y mi amigo Álex —que sigue siendo amigo 25 años después— me invitó a su casa a jugar al rol con unos amigos. Yo no tenía ni idea de qué iba eso, pero su pitch fue muy convincente: es un juego en el que eres vampiro y usas katanas y UZIs y puedes hacer lo que quieras. Cuando llegué a casa de mi amigo, en su diminuto dormitorio había seis chavales: Félix, Víctor, Javi, Fran, Rubén y el propio Álex. Todos estaban con las piernas cruzadas en el suelo menos Félix, que estaba sentado en la cama junto a un libro bastante cascado, un montón de papeles y media docena de dados. Recuerdo que me preguntaron que qué quería ser, pero rápidamente me dijeron que me tenía que hacer un nosferatu, un vampiro muy feo, pero muy fuerte y con la habilidad de hacerse invisible y hablar con los animales. Pues vale. Elegí un nombre, que fue Jowy (por el personaje de Suikoden II), rellené los puntos que me dijeron y esperé a mi turno.
Quince minutos después de haber creado al personaje, llegó mi momento. Félix echó un vistazo a mi ficha, vio que me había asignado tres puntos a Armas de Cuerpo a Cuerpo y me preguntó que qué arma quería usar. Y, bueno, como se ve que por aquella época estaba muy atrapado por Suikoden, elegí unas tonfas. «Vale», me dijo. «¿Y ahora qué haces? Es de noche, acabas de salir de una tapa de alcantarilla y estás en mitad de la calle». «¿Qué puedo hacer?», pregunté de vuelta, incrédulo. «Lo que quieras». Y así, con esas tres simples palabras, la sensación de libertad que había sentido hacía relativamente poco con Baldur’s Gate, me pareció ínfima, irrisoria. En este juego podía hacer literalmente lo que quisiera. Y eso hice. Dediqué mi primer turno de una partida de Vampiro La Mascarada a robar una tienda de armas, cuya cerradura rompí usando las tonfas (y una buena dosis de potencia), y cuya cámara de vigilancia burlé gracias al mencionado poder de invisibilidad. ¿Para qué quería esas granadas que acababa de robar? Ni idea. Pero las robé. Y esa noche volví a casa completamente extasiado, sin poder dejar de pensar en lo que acababa de jugar.
Tengo la suerte de tener una familia maravillosa y unos padres que, desde muy pequeño, me apoyaron en todo lo que quise hacer. Es por eso que, hasta los 14 o 15 años aproximadamente, estuve apuntado en natación, remo, baloncesto, fútbol (2 equipos), full contact, kick boxing, y dibujo artístico. Cuando les conté a mis padres lo del rol, les pedí que me comprasen el manual de Vampiro La Mascarada para poder dirigir partidas. Y lo hicieron. Debieron ver un brillo especial en mis ojos, porque tampoco necesité convencerlos demasiado. Unas semanas después de empezar a jugar al rol con mi nuevo grupo de amigos, Félix y yo comenzamos a turnarnos para dirigir partidas. Y si interpretar a uno de los personajes dentro de una partida de rol da vértigo, interpretar al mundo que rodea a todos esos personajes es tan embriagador como satisfactorio.
Entre los 14 y los 17 años aproximadamente debí jugar y dirigir en torno a 300 o 400 sesiones. Mis amigos y yo estábamos enganchados. Quedábamos casi todas las tardes para jugar, normalmente en mi casa, ya que a mis padres les parecía fantástico que estuviésemos allí tirando dados en lugar de en la calle haciendo el cafre. Solíamos ser seis o siete, a veces ocho, porque algunos amigos se iban uniendo a las partidas. Jugamos a Vampiro La Mascarada y Vampiro Edad Oscura. Jugábamos en sesiones maratonianas de cuatro de la tarde a nueve de la noche. No tengo ni idea de dónde salía tanto contenido para tantísimas partidas, aunque imagino que sencillamente éramos poco exigentes y nos conformábamos con echar la tarde tirando dados y haciendo barrabasadas en nuestra imaginación. Unas navidades le pedí a los reyes magos la tercera edición de Dungeons and Dragons. Los tres libros. Los leí tan rápido como pude y, antes de que terminase enero ya teníamos el grupo de aventureros formado. Dirigí una campaña que nos llevó a todos desde nivel 1 hasta niveles 13 o 14, con momentos épicos y momentos absurdos. Recuerdo un partido de fútbol en el interior de un barco mercante, pero también saltos desde una nave voladora hasta el lomo de un dragón. Lo dicho, no éramos muy exigentes.
Pero todo se acaba. A los 18 años empezó la universidad y empezaron las responsabilidades. Las constantes sesiones maratonianas se recortaron a la fuerza y, poco a poco, dejamos de jugar. Dejé de jugar. Y así estuve durante años: sin tirar un solo dado y sin leer un solo libro de rol. En 2013, sin embargo, el destino quiso que volviese a dirigir. En esta ocasión La Llamada de Cthulhu. Se alinearon los planetas y, de la noche a la mañana, se formó un grupo de rol maravilloso y constante. Durante cuatro años, cada viernes me puse detrás de la pantalla para dirigir una monstruosa campaña que llevó a un grupo de investigadores por todos los rincones del mundo, mientras luchaban contra una amenaza global: la del primigenio Nyarlathotep y su amplia red de sectarios. Esto fue un claro punto de inflexión. No solo redescubrí mi pasión por el rol, sino que además me topé con el que durante años sería mi juego preferido y, sin duda, el que más he dirigido como adulto. Atrás quedaron los aventureros y las mazmorras para dar paso a los investigadores de los años veinte y las casas encantadas.
A la fecha de escritura de este texto, cuatro de septiembre de 2023, sigo jugando al rol de forma regular. En una semana normal, en la que trabajo ocho horas diarias y mantengo mi casa en orden, juego entre dos y tres sesiones. Las juego a través de Internet, gracias a Roll20 y Discord, pero sobre todo gracias a un grupo de amigos y amigas absolutamente maravilloso, al que le debo buena parte de mis horas de ocio y mi estabilidad emocional. Por eso, a ti que estás leyendo esto, te recomiendo que juegues al rol. Si no lo has probado nunca, juega al rol. Si lo jugaste en la infancia y lo dejaste, juega al rol. Y si ya lo juegas de forma habitual, sigue jugando. Hoy día es más fácil que nunca. Hay montones de grupos de rol online. Coincidir con cuatro o cinco personas adultas no es fácil, pero gracias a la magia de Internet y a las sesiones de dos horas, sí lo es. Dos horas es lo que dura una película o dos capítulos de una serie. Como digo, suelo dirigir dos partidas a la semana: sé que es difícil cuadrar agendas. Pero se puede.
Tan importante como sacar un hueco para jugar, eso sí, es elegir con quién jugar. Los foros de Internet están llenos de auténticas historias de terror sobre grupos de personas claramente incompatibles que, por puro sadomasoquismo o ineptitud, eligen torturarse los unos a los otros en partidas de rol infernales. No hagas eso. No caigas en esa trampa. Hay personas con las que tras dos sesiones sientes que lleváis jugando desde los doce años. Y hay personas capaces de sacarte de quicio constantemente, de una forma u otra, de mil manera distintas. Jugar al rol es un pasatiempo y, como tal, debe ser entretenido e idealmente divertido. Si hay una persona que anula tu diversión, no juegues con ella. Es posible tener suerte y aterrizar en un grupo de gente estupenda con la que todo va rodado, pero también es posible que, tras media hora de partida, quieras desconectarte por pura frustración y no volver a hablar nunca más con ninguna de las personas de esa partida. Encontrar un grupo con el que encajes perfectamente es tan difícil como cuadrar las agendas de cinco adultos. Pero como ya hemos establecido: se puede hacer.
Jugar al rol es uno de los ejercicios de creatividad más puros que puedes llevar a cabo. Ningún videojuego de rol, por detallado y complejo que sea, se acerca ni siquiera un poquito a una buena partida de rol de lápiz y papel. Y no será porque no ha habido muy buenos intentos. El rol, además, hace tiempo que dejó de ser simplemente un sinónimo para Dungeons and Dragons. Hace un par de años escribí un largo hilo de Twitter con varias decenas de alternativas roleras, con todo tipo de temáticas, sistemas y ambientaciones. Elige un juego, coge a un grupo de amigos, reserva un día a la semana, y juega. Y si tienes alguna duda, pregúntame. Sobre otros temas quizás no, pero en materia de rol estoy seguro de que puedo ayudarte con prácticamente cualquier problema que puedas tener.
Vaya Miro mas guapo y organizado ese con los postits y los colorines.
Y poquito que añadir al texto de Andresito salvo insistir que jugar al rol es de las mejores cosas que se pueden hacer con el cerebro, y más si encuentras un lugar seguro para hacerlo. Sólo mejora cuanto mayor eres, y la posibilidad de compartir un mundo hecho de ideas con gente a la que aprecias y que sea vuestro y solo vuestro es una maravilla sin igual.
Joder, qué bonito. Hace un mes o así que jugué al rol por última vez. Sin Internet ya lo habría dejado porque me mudé de ciudad y dejé a mi grupo de juego atrás, pero aun así es muy difícil juntarnos una tarde para darle.
Tendré que hacer un esfuerzo para intentar apuntarme de nuevo a esas sesiones de rol ilustre… Y a lo mejor os propongo alguna partidilla a Dune…
Justo acabo de empezar con un grupo una partida de dnd en físico, estamos todos emocionados y por tanto, tu entrada me ha emocionado también
Jugar al rol online es una pasada, pero jugarlo en mesa es aún mejor. Qué suerte.
¿Para los veteranos en esto qué juego recomendaríais para iniciarse? He leído el hilo de Andresito pero uno se pierde ante tantísimos títulos y no sé cuál sería el recomendable para ver si me pica el gusanillo o en cambio no es para mí
Hay juegos de rol para absolutamente todos los gustos. ¿Te gusta la ambientación Cyperpunk? Prueba Cy-Borg o Shadowrun o el propio Cyberpunk. ¿Prefieres el rollo Expediente X? Juega a Delta Green (mi juego preferido). ¿Te molan los misterios lovecraftianos? La Llamada de Cthulhu. ¿Quieres un mazmorreo tradicional? Dungeons & Dragons, Clásicos del Mazmorreo o Mork Borg. ¿Un rollito Fallout? Prueba Apocalypse World o Warpland. Empieza por la ambientación que más a gusto te haga estar y de ahí pa’lante
Te oí contar esa primera tirada de Vampiro hace unos días y me ha hecho sonreír de la misma manera leyéndolo (encima el fotón de los amigos, a). E imaginar a tus padres a tope por ese brillo en tus ojillos (que no se te ha ido) también.
Hay tanto en este texto para dar calor a la patata que no sabría ni por dónde empezar, así que sólo puedo darte las gracias. Gracias por traer el rol a mi vida de una manera perfecta y genial. No se me ocurre otra manera de decirlo, pero te lo diré una vez al año de los 40 más que vamos a pasar jugando, vale?
Totalmente de acuerdo con el mensaje. Esa experiencia que el rol puede ofrecer de hacer el cafre o ser un ciudadano ejemplar es impagable, la imaginación no tiene presupuesto.
Para mí el rol es sinónimo de diversión, imaginación y de unión con tus amigos/amigas.
Justo en pandemia unos cuantos retomamos D&D después de muchísimo tiempo, fue un precioso vehículo que nos ayudo a lidiar con la cuarentena (momentos de risa y épica a cholón) así como medio para retomar el contacto los colegas.
También coincido con el segundo mensaje de este post, uno de estos colegas tenía un comportamiento negativo, se lo tomaba todo demasiado en serio y competitivo. Duró tres sesiones, se fue por su propio pie y desde entonces todo el mal ambiente que generaba desapareció. Es muy importante quitar a ese tipo de personas porque pueden empañar un montón de estímulos positivos que el rol puede ofrecer.
Maravilloso texto.
Solo decir que jugar al rol con Andrés es especialmente una cosa, es divertido, muy divertido.
De Máster se lo curra la vida, y además sabe muy bien cuando apretar tuercas y cuando ser más laxo, la mayor heroicidad jamás ocurrida en el Bernardoverso fue bajo su batuta en un épico final de una campaña de Kachulu a la que guardo especial cariño.
Cómo jugador me ha sorprendido bastante, por un lado como es un puñetero friki es como tener al Clip de WordPad pero de reglas roleras, y al mismo tiempo por otro lado sabe perfectamente el grado de seriedad con el que tomarse la partida, lo cual descarga bastante a los que pasamos más por encima de las reglas y solo queremos rolear un personaje (en mi caso ahora mismo un ser casi tan despreciable como Roma Gallardo, casi).
En cualquier de las dos facetas es un puto entusiasta, y creo que es lo que en mi opinión define más la relación de Andrés con el rol.
Es curioso porque mira que he sido siempre seguidor de EPI, y me he llevado con varios de sus redactores, (mejor o peor, más o menos tiempo) y a Andrés realmente le descubrí cinco años después con el puto rolón.
<3
Yo hace muchos años que dejé de jugar al rol pero leyendo el texto te dan ganas de volver. Cthulhu, esdla, dnd, vampiro… Probé unos cuantos.
Me ha encantado la foto, podría ser de mis amigos de adolescentes perfectamente. Stranger things en los 90.
Buena lectura.
he buscado al rol en la switch y me salen como 10000 juegos cuál es el que dice andrés me pueden ayudar
¿Existen grupos para jugar online? ¿Podéis decir alguno? Es mi espinita clavada, las pocas veces que he intentado jugar ha sido con gente con poca o nula experiencia.
Si tienes un grupo de dos o tres amigos y todos quieren jugar, da igual que nadie tenga experiencia, que uno se lea un manual de rol y pa’lante. Seguro que lo pasáis bien. Grupos de rol online hay a patadas. Mi cuñao, por ejemplo, tiene uno (Rol Desenfadado) en el que hacen partidas de forma regular.
Venga Andres, recomiéndame uno que sea fácil de aprender para gente que nunca jugó rol a ver si engancho a los de mi pueblo los fines durante el invierno.
A nivel ambientdcion y gustos frikis no hay problema que a todos nos gusta Star Wars, Alien, Resident Evil, Matrix, Blade Runner, John Wick, etc
Con ambientación moderna a mí me flipa Delta Green, que usa un sistema D100 que, creo, resulta intuitivo desde el primer momento. Y luego también tienes el juego de rol oficial de Alien que está muy guapo y tiene un sistema sencillito. Cualquiera de los juegos de Free League va a ser bonito y accesible.
Todo lo que cuentas es como yo me lo imaginaba. Conocí el rol por revistas y foros de internet, pero en mi infancia-adolescencia no había nadie a mi alrededor que le interesase lo más mínimo. Yo era de un pueblo relativamente pequeño y no había muchas opciones. Siempre que lo proponía a mis amigos, les parecía algo raro o aburrido y cuando nos dimos cuenta ya estábamos de bares y pensando en chicas y se quedo el tema apartado.
Hace un tiempo volví a interesarme por el tema y vi que había gente que jugaba online y demás, pero nunca he dado el paso. Quizás ahora sea el momento. Como dice el artículo, la clave estará en la gente con la que juegues.
La clave es totalmente la gente con la que juegas. Si te llevas bien, si hay buena química, es básicamente estar dos horas charlando y pasándolo guay con dos o tres personas mientras te bebes un fresquito.
Muchas gracias por las recomendaciones Andrés!
¡Bueno una hermosa campaña de «Horror en el Orient Express» en esa imagen de cuando empezáis a hablar de «La Llamada de Cthulhu»!