Análisis: Catherine

Escrito por en Análisis - 30 marzo, 2012

Catherine

¡Ay, Catherine! Pocas veces un juego ha levantado tantas pasiones. Ha sido noticia desde que se anunció hasta que se confirmó su llegada a occidente, primeras capturas, traducciones a varios idiomas, los primeros cosplays picantones y, como no, su lanzamiento en nuestro país hace algo más de un mes. Muchas personas, especialmente aquellas que consideran que todo lo japonés es mejor que cualquier otra cosa, estaban ansiosas por probar el último título de Atlus, algunos incluso se dieron de alta en la PSN japonesa para poder acceder a la demo antes que nadie… Y éste es el análisis de una persona al que le importaban tres pimientos todas estas cosas…

Yo era el primero que dudaba si Catherine era tan bueno como lo pintaban o simplemente era un producto que contaba con el beneplácito incondicional de los talifanes del manga y anime. Pero mi curiosidad hizo que me hiciera con el juego y comprobara por mí mismo a ver si merece la pena o los japoneses nos han tomado el pelo otra vez. Y la mejor forma de hablar de Catherine es que lo diseccionemos por partes:

Con Continente me refiero al bonito envoltorio con el que nos han vendido Catherine: una estética claramente anime, con escenas de animación y cinemáticas al cel-shading para contarnos la historia de Vincent, un chavalote de 32 años que le gusta verse con los colegas para emborracharse y tiene a su novia Katherine algo abandonada. Entonces aparece la jovencita Catherine para ponernos burracos y complicarle la vida al pobre Vincent, que a veces se comporta como lo que en occidente llamamos un gilipollas. El argumento de Catherine gira en torno de la difícil elección de Vincent sobre si quedarse con su novia de toda la vida que le pide que siente la cabeza o con la putilla psicópata que aparece en su cama sin saber cómo, ambas opciones desoladoras si no fuera porque ambas están más buenas que un queso.

Por muy buena que esté, a mí me pasa esto y me acojono

Esa historia se desarrolla entre las secuencias fijas y los momentos en los que podemos pasear por el bar Stray Sheep, interactuar con todo lo interactuable hasta que pase algo nuevo o marcharnos a casa a dormir la mona. Así veremos cómo evoluciona la relación con Catherine/Katherine, nos enteraremos sobre las extrañas muertes de jóvenes varones por agotamiento e iremos averiguando sobre el motivo de los extraños sueños que Vincent padece todas las noches.

 

Esto es lo más porno de Catherine

Pero si hay algo que hacía interesante a Catherine era el aura de erotismo que envuelve las relaciones amorosas del juego. Creo que alguien tiene que decirlo claro: CATHERINE NO DA PARA PAJA, sobretodo desde que internet nos ha puesto en bandeja porno gratis infinito al alcance de dos clics de ratón. Todas las escenas de desnudez (y son escasas) están dispuestas de tal forma que todo se tapa de forma pudorosa, sin que veamos ni un miserable pezón en todo el juego. Pero Catherine no es solo eso… ¿Cómo se juega?

Con Contenido me refiero a la parte de Catherine que se juega, lo que haga que sea diferente a otras películas interactivas que podemos encontrar. Y aquí me encontré la sorpresa: si hubiera aparecido algún juego con la mecánica de Catherine hace 20 años, ahora estaríamos hablando de un clásico del action puzzle al nivel de juegos como Pang, Rainbow Island o Snow Bros. En las pesadillas que amenazan a Vincent cada noche nos encontramos un desafío totalmente Arcade, con un planteamiento tan sencillo como mover cubos para subir hasta la cima de una montaña que se va desmoronando, rememorando el desaparecido “Hurry up!”, dos palabras que los más mayorcitos recordarán con un temor solo superado por las palabras “Game Over”.

 

¿Entendéis ahora por qué me acordé de Q*Bert?

Cada nuevo nivel nos parecerá más difícil, aparecerán nuevos tipos de cubos y enemigos, haciendo que cada noche sea más complicado llegar a la cima. Por suerte para nosotros, la curva de dificultad de Catherine consigue que nuestra habilidad como escalador mejore a medida que subimos los peldaños para llegar a la Catedral, la meta propuesta para acabar con la agonía de Vincent. Ahora que ya sabemos como son las dos grandes piezas de Catherine, veamos como encajan…

Si tomáramos las dos partes por separado, ninguna de las dos podría considerarse un gran juego: la historia del romance de Vincent con sus chicas solo daría para una videoaventura muy sosa a lo Hotel Dusk que solo contentaría a los mismos que piden palillos para comer el menú de 5 € del restaurante chino Gran Muralla de Oriente. La parte arcade, a pesar de ser terriblemente entretenida, no interesaría a los que buscan una historia y un argumento a todo lo que se pueda jugar. Pero, aunque a primera vista puede parecer lo contrario, las dos partes encajan a la perfección al ser totalmente opuestas: el ritmo tranquilo y sosegado de la parte “diurna” contrasta con las frenéticas fases de pesadilla escaladora. Unas sirven descanso a las otras y así el juego no se hace pesado ni aburrido en ningún momento.

Por la noche, estas reuniones de borregos serán el único momento de paz

Y mención aparte al dilema que nos propone Catherine… Ninguno de los que estamos aquí tendremos que enfrentarnos a las decisiones morales habituales en los videojuegos (bueno, a lo mejor Desia sí): no tendremos que salvar el mundo ni tendremos la vida de nadie en nuestras manos. Sin embargo, las decisiones de Catherine son mucho más mundanas: quien más o quien menos habrá tenido o tendrá problemas amorosos y habrá vivido en su propia piel situaciones no muy distintas a las que vivirá Vincent. A veces hasta me costaba elegir sobre la respuesta a elegir y ver como cambiaba el indicador que nos clasificaba entre cerdo vividor y maestro calzonazos. Y, tal como pasa en la vida real, muchas veces la opción que consideraba la correcta solo desembocaba en una bronca por parte de la chica de turno.

 

La recreativa Rapunzel que encontramos en el Stray Sheep viene a ser un demake del propio juego

Catherine es un juego de esos que hay que probarlos para salir de dudas. Todos hemos leído un montón sobre él y hemos visto un montón de lolitas disfrazadas como ella, pero hasta que no lo tengas en las manos, todo lo que hayas visto o leído no sirve para nada. Y, por si aún no lo tienes claro, tengo que añadir que Catherine no es un juego de “Pasar y tirar” como nos tienen acostumbrados: los puzzles son totalmente distintos en cada nivel de dificultad y tenemos nada más que 8 finales distintos, además de un par de modos adicionales que solo se desbloquean al demostrar nuestra habilidad como carnero trepador. Para mí ha resultado ser una agradable sorpresa pese a no ser demasiado aficionado al anime… Tanto que, nada más acabarlo, he vuelto a empezar en nivel difícil, dispuesto a recorrer el camino opuesto y dejarme llevar por los encantos de la jovencita Catherine… Porque lo merece…

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